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Un cuento chino

La historia viral de la sintecho que cantaba ópera en el metro de Los Ángeles no acaba como nos contaron

Emily Zamourka iba a grabar un disco con un famoso productor y recibir 80.000 dólares que habían recaudado para ella pero nada salió como se esperaba

Emily Zamourka, cantando a Puccini para la cámara de un policia de Los Ángeles.Vídeo: epv

Fue a principios de octubre. Medios y redes sociales presentaron con gran fanfarria a Emily Zamourka, una rusa sin hogar que cantaba ópera en el metro de Los Ángeles para sacarse unos pocos dólares con los que malvivir. Le había grabado un agente de policía con un corazón solo a la altura de su sensibilidad musical, por eso la encañonó con el móvil en vez de con una pistola o un táser.

Nos contaron que Emily tiene 52 años, que llegó con 24 a Estados Unidos procedente de su Moldavia natal, aunque por aquel entonces aún era parte de la URSS. Que en América pidió asilo político y que desde 2004 es una residente estadounidense de pleno derecho, lo que por lo visto tampoco es mucho decir. Aunque hay varias versiones, parece que en 2005 Zamourka sufrió una grave enfermedad que le afectó seriamente el páncreas y el hígado. Sobrevivió, pero su sueldo como profesora de piano y violín no le dio para pagar las facturas médicas y acabó arruinada. En 2007 un amigo la acogió en su casa de Glendale (California) pero su mala racha no acabó ahí. Un año después su salvador murió de un infarto y ella se vio en la calle. Además, dicen, le robaron su violín, que estaba valorado en 10.000 dólares (unos 9.000 euros) y era su única herramienta de trabajo.

Zamourka rechazó grabar las dos canciones que le ofreció Diamond por “diferencias creativas”

Once años después, el vídeo publicado en octubre por el agente en el que se ve a la mujer interpretando O mio babbino caro, de Giacomo Puccini, en un andén solo ha servido para mejorar la imagen del cuerpo. Nos contaron un cuento de hadas en el que un gran productor musical, Joel Diamond, con 36 discos de oro y platino en su haber, había contactado con ella para grabar un disco que la haría rica y famosa. También que a través de la web GoFundMe se habían recaudado 80.000 dólares (72.000 euros) para sacar a Emily Zamourka de las calles. Muchos medios de todo el mundo se pusieron de acuerdo para enviar el mensaje de que el sistema a veces tiene un corazón de oro, aunque por lo general mire hacia otro lado cuando la miseria se cruza en su camino.

Desgraciadamente esta bonita historia no ha acabado, de momento, como se anunció. Después de dar una única actuación como artista invitada en un evento en Little Italy en Los Ángeles el pasado 5 de octubre, cuenta la cadena Fox que Zamourka rechazó grabar las dos canciones que le ofreció Diamond (al final se ve que eran solo dos) por, según fuentes cercanas a la cantante, “diferencias creativas”. La artista no se veía cantando los temas que el productor le ofrecía, no iban con su estilo, y este le ha dado puerta. Al fin y al cabo, ya no necesitaba seguir haciéndose publicidad a su costa.

Si estaba esperando a que saliera el disco estas navidades para regalárselo a sus seres queridos, vaya pensando en otra alternativa. La indigente también se ha negado a recoger el dinero recaudado para ella por toda esa gente de buen corazón. Se podría pensar que hay que estar loca para rechazar toda esta ayuda, pero precisamente pasarse una década viviendo en la calle es lo que tiene. Zamourka sigue en la calle. Fue vista recogiendo agua de una alcantarilla en Glendale (California) el 24 de octubre y el 14 de noviembre. En Wikipedia, donde tiene su propia entrada, aseguran que su estatus actual es “incierto”. Así ha terminado de momento la canción.

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Sobre la firma

Aitor Marín
Es redactor de EL PAÍS. Antes ejerció cargos de diversa responsabilidad en Man, Interviú, Maxim y Quo, entre otras publicaciones. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra. Escribe a veces de cómics porque le hubiera gustado dibujar. Además, es autor de la novela Conspiración Vermú (Suma de Letras).

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