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La bici urbana aprueba por los pelos

Urge el debate de un programa nacional para incorporar la bici a un sistema multimodal de transporte

Sergio C. Fanjul
Ciudadanos de Valencia transitando en carril bici de La Marina.
Ciudadanos de Valencia transitando en carril bici de La Marina.María Visuals

Durante los últimos años, la bicicleta urbana se ha incrustado en el imaginario colectivo y los ciudadanos, en general, la ven como una alternativa de movilidad y una buena solución para la vida y el futuro de las grandes ciudades. Incluso en según qué ambientes, la bici se ha convertido en un signo de distinción, compromiso y modernidad.

Los beneficios van de la salud, individual y colectiva, a la economía. “Con más bicis, mejora la salud de cada una de las personas que usa ese vehículo, pero también la de toda la sociedad: más actividad física, menos humo, menos ruido, menos velocidad y menos peso de esos vehículos, más seguridad”, dice Pedro Bravo, autor del libro Biciosos (Debate). Los beneficios económicos vienen de la reducción de los gastos sanitarios o de su influencia en el buen curso del comercio de cercanía. “Mejora el paisaje urbano, el uso del espacio público y, hay estudios que lo confirman, el ánimo de la gente”, apunta Bravo. Sin embargo, quedan muchos retos por afrontar y no todos los datos son halagüeños.

El barómetro realizado en 2017 por la Red de Ciudades por la Bicicleta (RCxB) mostraba que los usuarios de bicicleta habían crecido en 3,5 millones desde 2009 y que más del 85% de los españoles veían este medio de transporte como una solución a los problemas de contaminación. Un 31% de la población usa la bicicleta con cierta frecuencia. Según informa la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE) en su estudio del sector durante 2018, la venta de bicicletas cayó un 6% desde el año anterior, aunque el volumen total de negocio del sector creció un 5%, fenómeno que puede deberse a la venta de materiales y complementos para el ciclismo o de vehículos de precio más alto.

Por otro lado, según el Observatorio de la Bicicleta Pública, el número de sistemas de bicicleta pública no ha parado de bajar desde 2010, cuando se contaban 100 en toda España. A mediados de 2018 la cifra era de 52. La mayoría de los cierres se dieron en poblaciones con menor número de habitantes: solo el 8% de los sistemas creados en municipios de entre 20.000 y 50.000 habitantes ha sobrevivido. Además, el 52% de los sistemas activos tienen más de ocho años de vida.

“España llego a ser uno de los países con más servicios de alquiler de bici pública, era una época de inversiones para la foto y sistemas como estos, que puedes licitar e inaugurar en una legislatura, eran muy sabrosos para alcaldes con ganas de hacerse fotos cortando cintas. Se planificaron muchos y se planificaron mal”, dice Bravo. Casos de éxito son Barcelona, San Sebastián o Valencia, donde más se usa esta modalidad de bici.

Uno de los grandes retos pendientes es el Plan Estratégico Estatal de la Bicicleta (PEEB). Es un plan omnicomprensivo que varias organizaciones ciclistas, reunidas en la Mesa Estatal de la Bicicleta (MEB), presentaron a la Dirección General de Tráfico (DGT). Y esta recogió el guante. “No se trata solamente de hacer seguridad vial, sino de otros aspectos que exceden a las competencias de la DGT, como la comunicación, la promoción, la educación y el prestar atención a la economía ligada a la bicicleta. Por eso hemos trabajado con muchas organizaciones y expertos que lo promueven”, explica Javier Villalba, jefe de la Unidad de Ordenación Normativa de la DGT.

Ahora el plan está listo para ser revisado por las asociaciones de la bici. Una vez revisado, irá al Consejo Superior de Tráfico y tendrá que ser aprobado en el Consejo de Ministros. “Los componentes en competencias de diferentes Administraciones (Ayuntamientos, comunidades autónomas y Estado) hacen que el plan tenga sus complicaciones”, dice Villalba. El PEEB contempla 110 acciones a llevar a cabo durante un plazo de cinco años, e incluirá medidas fiscales, legales, educativas, etcétera. La idea es convertir a la bici en un medio de transporte más que en un sistema multimodal, donde se alternen diferentes tipos de transporte.

Control estatal

“Necesitamos un organismo estatal para la bicicleta”, dice Nacho Tomás, secretario técnico de la RCxB, asociación de entidades locales que trata de promover el uso de la bicicleta en el ámbito urbano. “Intentamos meter la bici dentro de los planes de movilidad de las ciudades y superar algunos de los problemas a los que nos enfrentamos”, añade el secretario. Precisamente esa idea del organismo estatal es una de las más importantes que se han propuesto para el PEEB: la creación de una Oficina Estatal de la Bicicleta. Entre los objetivos, según informa la DGT, está mejorar la seguridad de los ciclistas, aumentar el uso de la bicicleta en desplazamientos diarios por la ciudad, consolidar e impulsar una oferta nacional de turismo, facilitar el ocio en torno a la bicicleta y articu­lar las diferentes ordenanzas municipales.

El plan además incluye una perspectiva de género. Tomás es optimista respecto al futuro de este medio de transporte: “España es un Estado semilla, hemos dado un boom importante y creo que vamos en buen camino. Viajo mucho y, afortunadamente, todo lo que veo es a favor de la bicicleta y ciudades más amables: peatonalización, circunvalaciones, aparcabicis”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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