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Columna
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Los pervertidos de dentro y los de fuera

La misoginia de Bolsonaro no es una alegoría, sino un proyecto de poder

Eliane Brum
El presidente francés, Emmanuel Macron, y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro durante la cumbre del G20 en Osaka en junio pasado.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro durante la cumbre del G20 en Osaka en junio pasado.AFP

La misoginia del presidente de Brasil, que ha avinagrado la relación con Francia, es una parte esencial de su proyecto de poder. La elección de un hombre de extrema derecha que ya ha dicho que quiere acabar con las minorías es consecuencia —y no causa— de una época en que movimientos como el #MeToo han empezado a transformar a machistas como Jair Bolsonaro en arcaísmos sujetos a escarnio público. Él representa a los hombres atemorizados con perder su lugar en el mundo. Y sabe que sus seguidores ronronean cuando hace —en público y con figuras públicas— los comentarios que ellos ya no pueden hacer en el trabajo o en la mesa del bar porque son políticamente incorrectos. Es la venganza de los machos desorientados. Y da votos, como está demostrado.

Al discutir con Emmanuel Macron por la Amazonia, Bolsonaro quiso llevar el debate de la emergencia climática, tema que detesta y no entiende, al nivel de un duelo de vaqueros, una imagen que le encanta y en la que se siente cómodo. Uno de sus seguidores publicó en Facebook la fotografía de las dos parejas, insinuando que Macron “perseguía” a Bolsonaro porque envidiaba la mujer que tiene. Michelle Bolsonaro es 27 años más joven que su marido, mientras que Brigitte Macron es 24 años mayor que su marido. El presidente de Brasil respondió: “No lo humilles, tío... Jajajaja”. Semanas después, el ministro brasileño de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, comentó: “La mujer es verdaderamente fea”. De ahí que Tiphaine Auzière, hija del primer matrimonio de Brigitte, empezara una campaña contra la misoginia en las redes sociales.

Hay que entender algo fundamental: la misoginia de figuras como Bolsonaro no es solo una alegoría, un dato más en su proyecto autoritario. Es el propio proyecto autoritario. Dos noticias recientes muestran cómo avanza. La ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, busca una alianza con países “profamilia”, gobernados por quienes defienden que la única unión verdadera es la de un hombre y una mujer, y que los gais deben ser “curados”. Quiere influir en la agenda global de derechos humanos. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha censurado el acceso a los documentos que explican por qué empezó a rechazar términos como “igualdad de género” y “educación sexual” en la ONU.

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No es casualidad que el ataque a Macron empezara por la Amazonia y alcanzara a Brigitte. La forma como Bolsonaro ve la Amazonia y a las mujeres es la misma, resumida en esta declaración sobre la selva: “Brasil es la virgen que todos los pervertidos de fuera desean”. Bolsonaro defiende que la violación recurrente de la Amazonia la deben dirigir los pervertidos de dentro.

Traducción de Meritxell Almarza.

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