Lucía Rivera, pareja de Marc Márquez: “No me da un plus ser ‘novia de”
Hija de la actriz Blanca Romero y el torero Cayetano Rivera, a sus 20 años arranca su carrera como modelo y asegura: “La gente piensa que los apellidos me dan, pero también me quitan mucho”
"Todo va a salir bien". Es la frase que se lee, en grandes letras negras y sobre un brillante fondo fucsia, en la pantalla del móvil de Lucía Rivera Romero. Y parece que a la modelo de 20 años —cumplirá los 21 en diciembre— el lema le está funcionando. Todo va bien. O, al menos, eso parece.
Tras varios años haciéndose un hueco en el mundo de la moda, Rivera se ha convertido en un rostro habitual de anuncios, marcas y portadas; de hecho, solo este mes de septiembre se la puede ver por triplicado en los quioscos. Recibe a EL PAÍS antes de las nueve de la mañana, arreglada y zumo de naranja en mano, antes de salir corriendo para presentar la nueva colección de bolsos de la firma Anekke, de la que acaba de ser nombrada embajadora. Pero, pese a esta exposición mediática de los últimos meses, y pese a sus 171 centímetros, su melena oscura y su mirada firme, ella misma se quita hierro: "No me reconocen por la calle".
La moda es su pasión: le gusta desde pequeña, pero tampoco le da demasiada importancia, ni se la da a ella misma. "Estoy en una etapa fructífera. Empecé muy pequeña, no me gustaba mucho estudiar, siempre me gustó trabajar. También fui camarera, con 16 años", cuenta la maniquí (y ella misma se autodenomina así), que descubrió este mundo desde muy pequeña. Su madre es la modelo y actriz Blanca Rivera, que se casó con el torero Cayetano Rivera Ordóñez en 2001, cuando ella solo tenía tres años, por lo que se convirtió en su padre.
"Ha pasado por 11 colegios, por cambios de vida sí, pero también porque era mala estudiante", reconoce Rivera, que se ha criado entre Gijón y Madrid, donde su madre trabajaba con frecuencia en producciones y rodajes. Eso la ayudado a madurar precipitadamente: "Desde pequeña fui muy madura. No me veía como los demás niños, tenía las ideas muy claras". Pero también sabe qué imagen de ella puede dar eso, y no es del todo ajustada. "Siempre piensan que soy una flipada. Pero no. Vengo de un ambiente normal, no estudié en Nueva York ni fui a un internado a Suiza. Me crié con mis abuelos, que vienen de la mina, en Asturias, en una casa humilde y normal", relata con su voz grave.
Esa mezcla de glamur y realidad le ha hecho tener claro por dónde quiere que vaya su carrera. "Prefiero tener menos y vivir tranquila", reflexiona. "No quiero que cada palabra sea una noticia, no saber qué decir o qué hacer". Eso viene a cuento no solo de su familia, sino de su actual pareja: el piloto catalán Marc Márquez, de 26 años, con quien sale desde hace meses. No desvela cuántos, como tampoco se pronuncia a lo largo de la entrevista su nombre. Ni una sola vez. Pero flota en el ambiente.
La relación sentimental la ha hecho más conocida para el público, pero otra vez ha hecho que, después de sus esfuerzos por labrarse una carrera, se la sitúe en el mismo plano que cuando empezó a ser famosa por ser hija de quién es. "Nunca entendí por qué es tan importante para la gente la vida de los demás", se pregunta. Pero esa fama, ¿no ayuda a dar los primeros pasos? "Sí, pero no donde yo quería. No en lo que me centro. Hay ciertas marcas o revistas de moda a las que no les gusta, y lo entiendo, porque a mí es a la que menos me gusta ese mundo".
Es algo que ni siquiera piensa en cuanto se le pregunta qué es lo que lleva peor de esta industria: "Estar expuesta". "Porque la gente piensa que los apellidos me dan, pero los apellidos me quitan mucho. Y hasta hace poco me rechazaban trabajos en los que ahora me cogen, porque ya ven que voy como mucho más separada de ese mundo". En cambio, duda más a la hora de plantearle si ser novia de quien es puede estar condicionando su carrera. Ahí se toma una pausa larga. "Por una parte creo que sí, pero más en cuestión de 'es la novia de', porque ven mi trabajo como algo fácil. Y no es fácil, de verdad, no es nada fácil". ¿Las puertas se abren, entonces? "Al revés, al revés. Las marcas no piden gente protagonista, quieren ser ellas protagonistas, y lo entiendo. Por eso somos maniquís. En América a lo mejor sería una Kendall Jenner, pero aquí no", cuenta en referencia a la modelo estadounidense hermana de las Kardashian.
¿Es machista ese planteamiento? Lucía Rivera cree que sí. En la carrera de Marc Márquez, dice, "le puede condicionar un poco mi relación". Pero no le llamarían el novio de. "Te aseguro que no", ríe sarcástica. Sus ejemplos son claros: "El día antes de las entrevistas estoy planificando mis respuestas para el tema... '¿Qué tal con tu novio?' '¿Qué tal con tu padre?' son dos preguntas que sé que nunca van a desaparecer, aunque espero que lo hagan pronto. Pero entonces digo: ¡cuánto me queda por hacer, a mí y a todas las mujeres, para que me pregunten por mí! Siempre es 'la mujer de', 'la novia de'... No soy propiedad de nadie, no. Y no me da un plus ser 'novia de", relata. "Sé que las mujeres estamos haciéndolo muy bien pero ¡qué duro se hace y qué largo!".
También es consciente de que la de Márquez no es más que una fama sin más. "Él es una estrella, tiene 26, yo tengo 20, estamos en distintos momentos profesionales. Yo todavía estoy empezando". Y, además, en un mundo complejo, en el que ha hecho amigos —"no los mejores, pero sí"— y donde sabe que los abusos siguen estando presentes. Aunque no los ha sufrido. "Que yo recuerde no, pero también es cierto que soy muy poco pudorosa y que tengo mucho genio. Pero sí: se siguen dando y se seguirán dando", reconoce. Por eso probablemente no le importaría desfilar para Victoria's Secret, pero ya no le haría la misma ilusión que con 15 años. "No me negaría a ser un ángel, no creo que nadie lo rechazara... bueno, o quizá ya sí. Pero preferiría trabajar para Chanel o Burberry", reconoce.
Lo dice porque tiene claro hacia dónde quiere enfocar su carrera, en la que ya va viendo resultados. "Sé que me lo estoy ganando yo sola, que no estoy haciéndolo por nadie y gracias a nadie, porque entonces podría haberlo hecho gracias a mis padres. Estoy muy acostumbrada a esa imagen en segundo plano, pero estoy orgullosa de mi trabajo y me encuentro tranquila. Lucía Rivera antes era la hija de, luego era la novia de y ahora es Lucía Rivera, espero".
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