Vivir educando
Soñar desde tu infancia con enseñar. Admirar a algunos de tus maestros e imitarles jugando con tus amigos. Estudiar la carrera con ilusión. Añadir especialidades e idiomas. Horas de cursos de formación para estar siempre actualizada. Disfrutar de tu aula durante un curso, medio o 15 días en un centro lejos de tu hogar. Es tu vocación, no sabrías hacer nada igual. Pero llega junio y al paro porque no mereces cobrar verano como el resto de tus compañeros. “¡Menudas vacaciones te pegas, dos meses sin dar ni palo!”, dicen. Y mientras, tienes un nudo en el estómago porque no sabes si en septiembre te darán una vacante o tendrás que conformarte con una sustitución de una semana, una jornada parcial de seis horas con la que te verás forzada a buscar otro empleo, o tendrás que esperar la llamada telefónica y, con suerte, trabajar a lo largo del curso logrando que te alquilen algo por meses o viviendo en una pensión. Qué dura es la vida del interino, pero qué gratificante ver cómo progresan tus alumnos.
Cristina Castellano. Béjar (Salamanca)