La venganza del virus del sida
La OMS alerta sobre el aumento de las resistencias a los tratamientos disponibles contra el VIH
Desde que los tratamientos antirretrovirales permitieron controlar la infección por VIH y convertirla en una patología crónica no necesariamente mortal, el sida ha dejado de ser poco a poco noticia. Y ya sabemos que si algo deja de ser noticia, en cuanto desaparece de la agenda informativa desaparece también de la agenda política. Pero eso puede cambiar en los próximos años. La Organización Mundial de la Salud advierte de que el virus está generando resistencias a los tratamientos disponibles y esas resistencias se extienden peligrosamente en los países con mayor incidencia.
El sida fue el problema de salud que más espacio informativo consumió en los años ochenta, especialmente desde que en 1983 se descubrió que lo causaba un virus especialmente camaleónico e insidioso, capaz de destrozar en poco tiempo el sistema inmune y permanecer agazapado en recovecos inaccesibles del organismo. Cuando en 1987 apareció el primer tratamiento antirretroviral, el AZT, comenzó el lento declive de este microorganismo que en pocos años se cobró millones de vidas. Aunque no ha sido posible destruirlo ni encontrar una vacuna, la aparición de fármacos cada vez más efectivos permite tenerlo a raya. Siempre que se reciba el tratamiento. En estos momentos 38 millones de personas en el mundo conviven con el virus, pero solo el 60% recibe tratamiento. El objetivo de la OMS era lograr que en una década todos los enfermos pudieran ser tratados.
Pero como ocurre con las bacterias, también el VIH ha encontrado la forma de resistir a los tratamientos. Un estudio de la OMS ha observado que en 12 países de Centroamérica y África, más del 10% de los afectados presentan virus que han desarrollado resistencias frente a uno o varios de los tratamientos disponibles. En Honduras, el 25% presentan cepas resistentes y en Sudáfrica el 22%. Pero el dato más preocupante es que en África subsahariana más de la mitad de los lactantes a los que se ha diagnosticado la enfermedad desde 2012 están infectados por variantes resistentes.
Los expertos creen que cuando se pasa la barrera del 10% se entra en una espiral muy peligrosa, pues por mecanismos evolutivos difíciles de controlar, las cepas mutadas que desarrollan resistencias tienden a imponerse sobre las demás y se expanden de forma exponencial. Esta puede ser su venganza frente al acoso de la ciencia.
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