Llámenme catastrofista
Yo, que siempre me había mofado del apocalipsis, ahora resulta que va a ser una realidad, pero no por culpa de los dioses, sino de los hombres. Ver el planeta salpicado de incendios devastadores, derretirse los glaciares, destruir selvas determinantes para la producción de oxígeno y ciclos del agua, aumentar la temperatura por las emisiones de gases de efecto invernadero, convertir mares y ríos en cloacas y la tierra en un basurero envenenado le hace a uno visualizar un final terrible. Llámenme catastrofista, pero hacer caso omiso de esta realidad está más cerca de la temeridad que de la sensatez. El mundo desarrollado no está dispuesto a perder un ápice de bienestar ni a renunciar a sus innumerables excesos y caprichos. Esta es la condición humana. Estas, las consecuencias provocadas por una especie tan inteligente como estúpida.
Pedro Serrano. Antoñán del Valle (León)
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