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Muere Cristina de Holanda, tía del rey Guillermo

Sufría un cáncer de huesos que le fue diagnosticado en otoño de 2017. Será despedida en un funeral privado, según confirmó la Casa Real

Cristina de Holanda.
Cristina de Holanda.GETTY
Isabel Ferrer
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La princesa Cristina de Holanda, tía del actual rey, Guillermo, y hermana de la antigua reina Beatriz, ha fallecido este viernes en el complejo del palacio de Noordeinde, en La Haya. Tenía cáncer de huesos, una enfermedad que ella afrontaba con entereza y llegó a calificar de “un asunto crónico”. La Casa Real ha emitido un comunicado recordando “su acusada personalidad y buen corazón”, y “su capacidad para conmover a tantos con su talento y entusiasmo por la música”. Cristina tenía 72 años, era cantante lírica y patrocinó durante cuatro décadas un concurso internacional con su nombre para intérpretes jóvenes y compositores de música clásica y jazz. Sus restos serán incinerados en privado

María Cristina de Orange-Nassau nació en otro palacio, Soestdijk (en la provincia de Utrecht), el 18 de febrero de 1947. Era la cuarta y última hija de la entonces reina Juliana, y de su esposo, el príncipe Bernardo, y vino al mundo con un problema grave en la vista a causa de la rubeola sufrida por su madre durante el embarazo. Con el tiempo, los avances médicos le permitieron ganar suficiente visión para llevar una vida normal, pero durante su niñez, Juliana se puso en contacto con una sanadora mística, Greet Hofmans, con la esperanza de hallar una cura. La soberana acabó creyendo que ella curaría a su hija, y la dependencia emocional así creada provocó casi una crisis de Estado. Las ideas pacifistas de Hofmans influyeron en Juliana en plena Guerra Fría, y cuando Holanda reforzaba sus lazos atlánticos con Estados Unidos y la OTAN. El príncipe Bernardo amenazó con divorciarse y la reina se mostró incluso dispuesta a abdicar, pero la situación pudo enderezarse. La sanadora, eso sí, fue despedida.

Ajena a todo ello, Cristina desarrolló una fuerte personalidad y quiso valerse siempre por sí misma. Con talento para los idiomas, estudió pedagogía en la Universidad holandesa de Groningen y luego viajó a Canadá para desarrollar su verdadera pasión: el canto. Acudió al conservatorio de Montreal (Canadá) y dio clases de música a niños en Nueva York, y en 1975 causó sensación al contraer matrimonio con Jorge Pérez y Guillermo. Era un exiliado cubano al que había conocido en la ciudad estadounidense, y como era católico, la boda religiosa tuvo carácter ecuménico. No pidieron permiso al Parlamento para casarse y Cristina fue apartada de la sucesión al trono. Tuvieron tres hijos, Bernardo Federico (1977), Nicolás Daniel (1979) y Juliana Edenia (1981), y la pareja se rompió en 1994. La princesa, se quedó en Estados Unidos con sus dos hijos varones, y la niña fue a vivir a Londres, con su padre. En los últimos años, Cristina residía en Holanda y acudía con sus tres hijos, poco conocidos para sus compatriotas, a numerosas citas de la familia real. Imparable a pesar de su mala vista, siguió también un curso de terapia a través del baile para ayudar a personas ciegas y con problemas de visión.

Popular sobre todo por sus incursiones musicales, Cristina de Orange fue muy criticada en su país en 2009 por “dar mal ejemplo”. Había guardado la herencia millonaria de sus padres en un paraíso fiscal, la isla de Guernsey, en el Canal de la Mancha, a través de un fondo gestionado desde los Países Bajos. El arreglo no era punible, pero fue señalada en el Parlamento por “buscar lagunas legales”. En enero de 2019, volvió a suscitar polémica por la subasta de un dibujo del artista flamenco Rubens, en la casa Sotheby´s, de Nueva York. Formaba parte de un lote de 13 piezas de Maestros del Siglo de Oro, que eran de su propiedad, y el carboncillo de rubens había estado colgado en su casa. Como ocurrió con el paraíso fiscal, no cometía un delito, pero como no ofreció antes el conjunto a los museos del país, estos perdieron la oportunidad de comprarlos. Sí tuvo que retirar de la puja unos adornos de mesa de cristal de Lalique, porque eran un regalo de Estado a sus padres, pero el Gobierno dijo que lo del dibujo era “un tema privado”. La obra fue vendida por seis millones de euros.

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