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El gobierno de Holanda presiona a la princesa Cristina que intenta vender regalos de Estado

El Ejecutivo obliga a retirar piezas de Lalique del catálogo de Sotheby's, donde aún figura un boceto de Rubens que la tía del rey Guillermo heredó de sus padres

En primer plano la princes Cristina de Holanda durante un concierto en Roma en junio de 2017
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Isabel Ferrer
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Cristina de Holanda, de 71 años, hija de la antigua reina Juliana, y su esposo, el príncipe Bernardo, es la princesa a quien señala la prensa de su país como quien ha ordenado retirar unos adornos de mesa de cristal, del diseñador galo René Lalique, que debían salir a subasta este jueves. La casa Sotheby´s los tenía en su catálogo, pero proceden de la colección particular de la familia real, y la venta ha sido mal recibida en Holanda. Con la puja a punto de empezar, Cristina se ha dado cuenta de que el trabajo de Lalique fue un regalo de boda de los embajadores holandeses a sus padres y que con este tipo de presentes, como con los recibidos de otros jefes de Estado, no se comercia. En un segundo lote, que la propia firma sacará a subasta el próximo 30 de enero, en Nueva York, hay un dibujo del artista flamenco Rubens con un precio estimado de entre 2 y 3 millones de euros que sigue a la venta, por ahora. 

El servicio de información de la Casa Real ha confirmado que las piezas de cristal, un conjunto de mesa con grabados de tulipanes elaborado en 1937, “no fueron clasificadas en su día como un regalo oficial”. Su origen pudo comprobarse una vez elaborado el catálogo de la subasta, “y pasarán a formar parte de la Fundación para los Regalos Oficiales de la Casa de Orange Nassau”. El resto de los 13 dibujos de Maestros del Siglo de Oro que acompañan al de Rubens no han sufrido cambios. “Hay mucho revuelo, porque la princesa Cristina no necesita el dinero. Le diagnosticaron un cáncer de huesos en 2017, aunque ella lo considera una enfermedad crónica con la que puede manejarse. Subasta las obras porque sabe que así obtendrá más dinero que si lo hicieran sus hijos, pero no necesita fondos. El mayor problema es el rubens, que puede salir de Holanda sin que los museos nacionales intenten comprarlo antes, porque no lo sabían”, señala Sam Hoevenaar, experta en la Casa real holandesa, que trabaja para Talpa Network, el consorcio multimedia de John de Mol, creador, entre otros, de Gran Hermano y La Voz. 

Precisamente la subasta de esta obra de arte es la que más ampollas ha levantado en el país, ya que se ha reavivado una vieja polémica sobre si resulta adecuado que miembros de la realeza puedan deshacerse libremente de sus obras de arte. El caso es que al no estar registrado como un bien cultural protegido, la princesa tiene derecho a vender su propiedad pero la crítica llega por no haberlo ofrecido en primer lugar a alguno de los museos nacionales.

Guillermo y Máxima de Holanda en un acto en abril de 2018.
Guillermo y Máxima de Holanda en un acto en abril de 2018.Cordon Press

El partido demócrata holandés solicitó hace unos días al primer ministro Mark Rutte que hiciera una gestión con los Orange para intentar impedir la subasta ante el temor de que el boceto salga del país y no se vuelva a ver. 

Según Hoevenaar, aunque no se ha confirmado se supone que la vendedora es la princesa Cristina, “porque sus hermanas, Margarita, Irene y la antigua reina Beatriz (madre del actual rey, Guillermo) dicen que no son ellas”. Por otra parte, el dibujo es un estudio del artista para un retablo de la catedral de Nuestra Señora, en Amberes (Bélgica) que “estuvo colgado en casa de Cristina”. La princesa ya subastó en 1988, en Ámsterdam, una colección de un centenar monedas históricas de su abuela, la reina Guillermina. Ella dijo entonces que su mala vista le impedía disfrutar de las piezas. En 2009, fue criticada “por dar mal ejemplo” porque siendo residente en Londres, guardaba la herencia millonaria de sus padres en el paraíso fiscal de la isla de Guernsey.  La herencia estaba invertida en un fondo gestionado desde los Países Bajos, y en el Parlamento se le reprocho “la búsqueda de lagunas legales”. 

Hija menor de Juliana y Bernardo de Holanda, la princesa tiene graves problemas de visión porque su madre contrajo rubeola durante el embarazo, aunque siempre  ha llevado una vida activa. Estudió Pedagogía y también canto en el conservatorio, en Montreal (Canadá). En 1975, se casó con el exiliado cubano Jorge Guillermo, después de convertirse al catolicismo y renunciar a sus derechos sucesorios. Tuvieron tres hijos, Bernardo, Nicolás y Juliana. La pareja se divorció en 1996.

Un suceso parecido al actual ya ocurrió en 2013 cuando los nietos de la antigua reina Juliana vendieron en secreto uno de los cuadros heredados de su abuela a la Galería Nacional de Singapur. Se trataba de Incendio en el bosque del artista indonesio Raden Saleh, por el que obtuvieron alrededor de tres millones de euros. El cuadro fue un regalo del pintor a Guillermo II en 1849 y en la actualidad es uno de los cuadros más visitados de la pinacoteca de Singapur. 

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