Porque odiamos el mundo
Los empujones homicidas en la Tate y en el Metro nos despiertan las preguntas más hondas sobe el mal
Comprender es el gran motor del periodismo y por ello hay noticias que pueden quedar haciendo círculos en el aire, como el humo de un cigarrillo que no podemos despachar con rapidez. Estos días, los aros de humo que intentamos retener porque no logramos entender son dos sucesos para los que tal vez sea imposible una explicación.
Un chico británico de 17 años arrojó al vacío a un pequeño francés de seis, que el domingo hacía turismo con sus padres en la Tate Modern. El crío cayó 30 metros y sufre hemorragia cerebral, fracturas en la columna, piernas y brazos. Según algunas fuentes, el agresor había merodeado un par de horas por el museo londinense estudiando la situación.
Dos días antes, en Madrid, un brasileño de 27 años había arrojado a un joven de 23 a las vías cuando el metro acababa de entrar en la estación. Los reflejos de la víctima le permitieron plegarse rápidamente a la pared del andén y sobrevivir de milagro a la agresión.
Ambos atacantes están detenidos y acusados de intento de homicidio, pero ahí no acaba la historia. Tal vez solo está empezando. O al menos todas las preguntas que pueden despertar a nuestras neuronas dormidas en un mundo rápido, oscuro, donde los algoritmos nunca están de vacaciones y los asesinos y el mal, tampoco. Truman Capote, que reinventó la novela y el periodismo al intentar comprender el crimen que reflejó en A sangre fría, relata al final del libro la escueta entrevista a dos asesinos que habían entrado en el corredor de la muerte:
— “¿Por qué lo hicisteis?”.
—“Porque odiamos el mundo”, respondió uno de ellos.
No sabemos por qué actuaron los agresores de la Tate de Londres y el metro de Madrid. No sabemos si odian el mundo, si tienen patologías psiquiátricas, traumas, si no saben ponerse en el lugar de los demás como psicópatas o se les ha ido la pinza jugando al Fortnite, pero ¿quién no tiene alguna tara en su haber? ¿Y quién no sabe distinguir el bien del mal?
Tras el asesinato de 1959 de la familia Clutter que dio lugar a la gran obra de Capote, los criminales intentaron hacerse pasar por víctimas. Y en cierta forma, lo habían sido. Pero ello no permitió nunca justificar lo ocurrido. Y ni siquiera comprender.
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