¿Por qué debemos pasar más tiempo con nuestros hijos?
Se desarrolla un vínculo emocional más fuerte con los niños, con independencia de la actividad realizada
Metidos de lleno en la época estival, la mayoría de los padres se ven abrumados ante las infinitas posibilidades de ocio que existen para que los niños puedan disfrutar. Niños, la mayoría insaciables, que lo único en lo que piensan es en jugar, divertirse y experimentar cosas nuevas. ¿Jugamos lo suficiente con ellos? ¿Cuáles son las razones para que sea necesario e importante pasar más tiempo con nuestros hijos? Un estudio reciente publicado en el Journal of Family Psychology por el psicólogo y profesor de la Universidad de Georgia (UGA), Geoffrey Brown, revela que los padres que eligen pasar tiempo con los niños los días que no trabajan están desarrollando un vínculo más fuerte con ellos, con independencia de la actividad y la importancia que tenga lo que realicen. “Buscar actividades centradas en el niño y en su diversión es lo que mejor predice una buena relación padre-hijo", argumenta el experto.
En este nuevo informe, Brown y sus colegas han intentado entender la profunda conexión entre la vida laboral y la vida familiar, y cómo los padres van construyendo poco a poco su papel. “Está claro que hay diferentes contextos del tiempo familiar, y confiar demasiado en el juego durante los días laborales, cuando el niño necesita que lo ayuden con sus cuidados, podría ser problemático. Sin embargo, el juego parece más importante cuando hay más tiempo y menos presión”, explica.
A este respecto, Andrea Vega, psicóloga de familia y experta en Terapia Infanto-Juvenil en El Prado Psicólogos asegura que el mero hecho de "no pasar el suficiente tiempo con nuestros hijos" calará en el niño en forma de creencias basadas en la ausencia de importancia para los terceros, en el papel fundamental de la individualidad y autonomía, o en la ausencia de un adecuado aprendizaje emocional y vincular.
Paternidad: una fuente constante de “límites” y afecto
Del informe, se desprende también que, en la primera infancia, la forma más común de conceptualizar la relación padre-hijo es la del apego. Los niños forman un vínculo emocional con sus cuidadores, y tienen un propósito al mantenerlos seguros, brindándoles comodidad y seguridad, y modelando cómo deberían funcionar las relaciones, un hecho que la experta corrobora: “Un hijo que se desarrolla y sobre el cual se apoyará un aprendizaje fundamental en la futura relación del menor consigo mismo, con terceros y con el mundo”. “La seguridad y protección tanto física como emocional es crucial. Las figuras de referencia deberán ser una fuente constante y regulada de límites y afecto, dos conceptos en los que se apoya una identidad sana y regulada en las diferentes etapas de la vida: la infancia, la adolescencia y la adultez”, continúa.
De esta forma, la combinación de ambas da lugar a un menor cuyas necesidades están completamente atendidas; tanto las físicas como la higiene, la alimentación o el sueño, como las emocionales como son la atención o las muestras de afecto. Y es que, para Brown, ambos padres conforman los dos pilares fundamentales de desarrollo, y no es suficiente con hacer una distinción de funciones formando un combo perfecto, sino que ambos serán modelos de lo que el niño puede esperar y dar con posterioridad. "Los padres que participan en una variedad de conductas para la crianza y la ajustan y equilibran para adaptarse a las demandas y circunstancias de cada día, tienen más probabilidades de desarrollar relaciones seguras con sus hijos, aunque sea complicado”, explica el experto.
La interminable lucha entre “lo que quiero” y “lo que debo”
Vega, por su parte, establece una serie de pautas que esclarecen una buena forma de equilibrar las actividades lúdicas de los niños con sus cuidados y necesidades como: estructurar el tiempo para que unas actividades no repercutan en otras completamente opuestas, ser muy conscientes de hasta dónde llega la jornada laboral para establecer sus límites e incompatibilidad con el tiempo del hogar, entre otras. “Hablar de sus emociones mediante juegos como, por ejemplo, los personajes de la película Inside Out, y conseguir que se coma todo lo servido, que recoja su vasito, se lave los dientes, o la lectura del cuento por Papá o Mamá antes dormir..., son siempre buenas herramientas”, concluye.
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