Dua Lipa, la Madonna de la Generación Z
La cantante representa un cambio de ciclo en la música y abogada por un feminismo que tiene que ver con el manual de cómo emprender que con la agitación social
“Creo que hay magia en todas las cosas”. “El pop debe ser divertido. No puedes enfadarte por cada pequeño detalle”. “Tengo sorpresas preparadas para mis fans este año”. Dua Lipa (Londres, 1995) es una de las estrellas más poliédricas y activas del pop actual. A la vez, es probablemente la artista a la que peores titulares se le sacan en prensa. De alguna manera, esta cantante de origen kosovar, cuyo padre lideró uno de los grupos de rock balcánicos con más pedigrí (Oda) y luego se dedicó al marketing y a la producción de eventos musicales, se ha convertido en un intento de escenificar el cambio de ciclo que se atisba entre lo que ha sido la obsesión mediática por los millennials y el desconcierto universal que provoca la Generación Z.
Todo empezó en serio —los que se quejan de que la BBC no la eligiera entre sus promesas musicales en 2016 son pocos— durante verano de 2017 con el lanzamiento de New rules (nuevas reglas), tal vez la más nubosa canción del verano —si esa categoría aún existe— de los últimos lustros, amén de lo que la prensa entendió como un himno al empoderamiento de las adolescentes. Y siguió con una separación, la suya con el vocalista de la banda LANY, que llevó a uno de los momentos clave para entender un poco lo que hace que esta joven sea un verso algo libre dentro de la industria musical actual.
Un fan a través de Twitter intentó leerle la mente e interpretó que un verso de aquel New rules trataba sobre ella dejando a aquel señor y volviendo con una de sus exparejas, en concreto con Isaac Carew, un tipo que es a la vez chef y modelo. “Hermana, has roto las nuevas reglas”, le decía la fan. Sorprendentemente, la cantante respondió: “Hermana, no te enteras”. Se creó un pequeño escándalo, tanto por el hecho de que una estrella del pop se dirigiera en esos términos en redes sociales a una de sus fans, como por el hecho de que esta fan fuera chica.
Dua Lipa, abogada de aquel feminismo que tiene más que ver con el manual de cómo emprender que con la agitación social, se había salido de la senda que marcan las preguntas sobre feminismo de las revistas. “Creo que el feminismo no trata de odiar a los hombres, sino de pedir igualdad de oportunidades”, había declarado a un mensual de moda semanas antes del incidente. Un año antes ya había confesado a otro medio de carácter femenino que “la industria de la música necesita más mujeres”. “Este premio va para todas las mujeres que están conquistando el mundo, necesitamos más mujeres premiadas”, proclamó desde el escenario durante los Brit Awards de 2018, ceremonia de la que volvió a casa con el premio a mejor artista revelación y a mejor vocalista femenina, un galardón que, por lo general, se lo lleva una mujer.
Su nombre artístico se lo sugirió su abuela y tiene con su padre una ONG con sede en Pristina que lucha contra la pobreza en Kosovo, país al que su familia retornó cuando tenía 11 años y en el que pasó un tiempo antes de retornar a Londres. Estudió violoncelo, instrumento que tuvo que dejar porque, al no haber aún pegado el estirón, le resultaba harto complicado trasladar. A los 165 años vivía con unas amigas en Marble Arch y estuvo a punto de ser arrestada por lanzar jabón a un agente de policía desde el balcón de su casa. La anécdota la ha repetido demasiadas veces como ara pensar que tiene alguna mejor sobre su forma de desafiar a la autoridad. Cuando por fin pegó el estirón, fue camarera y modelo para la web de venta de moda Asos, hasta que le sugirieron que debía perder peso si deseaba mantener el puesto. Se negó y se fue. Obviamente, escribió una canción, Blow your mind, sobre el asunto. Aquí no se tira nada. Con 19 años ya era una estrella global y el 2017 fue la artista con más ecuchas en Spotify. Al año siguiente, su icónico single New rules alcanzó los mil millones de visionados en YouTube.
Tiene diez tatuajes, todos minúsculos y uno de ellos recrea una obra del artista Keith Haring. “Aún no puedo permitirme una obra original suya”, escribió en sus redes cuando llegó el momento de mostrarlo. GQ la calificó de Madonna para la Generación Z. Aunque, la verdad, es mucho más Madonna que Generación Z, tanto por acción como por emoción. Por ejemplo, cuando ya estaba en lo más alto, su manager le preguntó con quién le gustaría trabajar. A las celebridades esto se les pregunta del mismo modo que usted le pregunta a su pareja qué quiere cenar hoy. Ella respondió: Chris Martin. Y al cabo de unos días Dua Lipa estaba en el estudio de Martin en Malibú poniéndole sus canciones y felicitándole por haber escrito All Good Things (Must Come To An End), tema que interpretó Nelly Furtado y que resulta ser una de las favoritas de la vocalista de origen kosovar. Si alguien ajeno al concepto Generación Z en el universo musical ese es Chris Martin.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.