Bellísimo gol de contraataque
El eslovaco Ftáçnik convierte el juego al contraataque con las piezas negras en una obra de arte
Blancas: Ta1, Td1, Rg1, Ab2, Cd2, De2, Ag2, Cc3: peones en a4, b3, c4, e4, f4, g3 y h3.
Negras: Tc8, Td8, Rg8, Ab7, Dc7, Ae7. Cf6, Cg6; peones en a6, b6, d6, e6, f7, g7 y h5.
Todo avance de peón produce debilidades en las casillas que ese mismo peón podía controlar antes de avanzar. He ahí una de las paradojas más ricas del ajedrez (y también del fútbol): la victoria es imposible sin que la infantería se adelante, pero cada vez que lo hace se debilita la retaguardia. Y de ese principio nace la posibilidad de jugar al contraataque, con una estructura muy restringida, netamente defensiva en principio, pero flexible como una ballesta. Tal estilo de juego requiere un carácter especial, frío, resistente, con mucha paciencia. Uno de sus adalides en la segunda mitad del siglo XX fue el eslovaco Ljubomir Ftáçnik (Bratislava, 1957), cuádruple campeón de Checoslovaquia, y participante con esa selección nacional o con la de Eslovaquia en todas las Olimpiadas de Ajedrez (bienales) desde 1980, excepto la de 1998. Aunque nunca estuvo en la primera fila mundial, ganó numerosos torneos, y todo miembro de la élite sabía que enfrentarse a él era casi una garantía de partida muy dura. Su rival en la partida de este vídeo, Lev Polugayevski, una de las grandes estrellas soviéticas, también lo sabía. Y sin embargo fue inmortalizado por Ftáçnik de manera tan brillante como didáctica.
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