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El laboratorio letal de Polu

Un sacrificio casero de torre tan bello como profundo en 1981, mucho antes de los jugadores inhumanos

Leontxo García

La entrega 216 de esta serie invita —especialmente para los lectores que han nacido en el siglo XXI— a una profunda reflexión, a un viaje en el tiempo. Y a quienes vieron su primera luz en el XX los inspira para una esclarecedora comparación: cuánto ha cambiado el mundo en muy poco tiempo. Hoy, basta esperar unos segundos para que nuestros amigos inhumanos nos propongan el sacrificio de torre en plena apertura, y con cambio de damas incluido, que Polugayevski hizo frente al filipino Eugene Torre en el torneo de Moscú 1981. Ciertamente, era una profunda preparación casera del gran maestro soviético, probablemente ayudado por otros. Pero no es arriesgado aventurar que tal hallazgo costó decenas de horas de análisis, evaluaciones y discusiones apasionadas. La enorme profundidad de la idea recuerda a los asombrosos sacrificios a largo plazo que AlphaZero, el revolucionario programa de Google, ha producido en sus partidas de los dos últimos años. Las neuronas de Polugayevski y sus colegas lo hicieron casi 40 años antes, cuando ni siquiera podían soñar con los monstruos de silicio que calculan millones de jugadas por segundo.

Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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