La moda emergente se debate entre el desfile y la calle
Las firmas Palomo Spain, Carlota Barrera y 44 Studio reflexionan sobre las contradicciones del diseño con motivo de su participación en la Semana de la Moda madrileña
En Boys, some girls and other cookies, el corto documental que se ha estrenado como parte de la programación de la Mercedes Benz Madrid Fashion Week, el diseñador Alejandro Gómez Palomo, fundador de Palomo Spain, explica que la inspiración le llega en forma de apariciones casi fantasmagóricas mientras pasea a su perro Lucio por el campo. "Aquí en el camino es donde surgen la mayoría de las ideas de los desfiles, y es donde me meto en el papel de los modelos que voy a sacar", afirma el cordobés en el documental. "Es donde intento coger el ritmo que llevaría un modelo en la pasarela y empezar a imaginarme cómo se acercan las siluetas a mí. Siempre veo los diseños así. No es que vea una tela en concreto o una cara en concreto, sino una silueta viniendo hacia mí desde la oscuridad".
Esta declaración, más allá de su carácter anecdótico, ilustra a la perfección una de las claves para penetrar en el universo de Palomo Spain: la capacidad del diseñador español para crear imágenes impactantes, raras y espectrales cuyo hábitat natural es la pasarela del desfile de moda. Precisamente del desfile que Palomo Spain celebró en Nueva York el pasado mes de enero para presentar su colección Otoño-Invierno 2019 es de lo que trata el documental impresionista y eminentemente cool que ya puede verse online.
En sus 15 minutos de metraje, el realizador Luis Cerveró se aproxima al fenómeno Palomo Spain a través de fragmentos, imágenes espectaculares y detalles costumbristas. Hay bailarines pavoneándose con vestidos de lunares en Times Square, modelos ociosos y frenéticas escenas de backstage; es decir, elementos perfectos para celebrar una liturgia, la del desfile, que aparece como el principio y el fin de los esfuerzos de la marca más fulgurante de la joven moda española. Incluso aunque, de manera paralela (y menos espectacular), una tienda efímera en el Hotel Only You de Madrid haya recordado, durante el primer fin de semana de la pasarela madrileña, que Palomo no solo hace desfiles, sino también ropa que se puede comprar.
De hecho, esa disyuntiva entre lo espectacular y lo comercial es uno de los temas que permiten comprender el valor de algunas de las primeras manifestaciones de la Semana de la Moda madrileña, que concluye el 10 de julio. En esta ocasión no ha habido grandes sorpresas ni revelaciones, pero sí colecciones que muestran lo que sucede en una firma emergente después de la primera detonación.
El pistoletazo de salida de Carlota Barrera tuvo lugar hace un año, con un interesantísimo ejercicio de estilo en torno al folclore español, la indumentaria rural y la masculinidad. Doce meses después de aquello (y poco después de haberse alzado con el premio Who’s On Next, con el que la revista Vogue premia el talento emergente), Barrera asegura que nunca había disfrutado tanto como diseñando Treacle, la colección que presentó el pasado viernes en una vivienda privada en el centro de Madrid. La inspiración, en sintonía con los tiempos que corren, es política. “Estaba escuchando a los Rolling Stones y leyendo las noticias sobre Vox, el Brexit, Trump y toda esta vuelta al conservadurismo, y todo eso me llevó a pensar en la España franquista, muy cerrada y hermética en una época en que la revolución sexual y social estaba estallando en otros países”.
Su colección manifiesta esa tensión a través de prendas de sastrería clásica que muestran algunas de sus señas de identidad: pantalones de cintura alta, chaquetas con aberturas laterales y escotes generosos. Pero en esta ocasión ha incorporado nuevos retos, en forma de estampados propios y de tejidos de cuadros que encajan de forma precisa. "El desafío ha sido perfeccionar el patrón gracias a un patronista que me ha ayudado", explica. "Cuadrar todos los estampados ha sido casi terapéutico, un ejercicio muy intenso que he disfrutado mucho". Tras el fogonazo de las buenas críticas y los premios, Barrera se enfrenta ahora a la comercialización de sus colecciones. Además de contar con su tienda online, acaba de incorporar su primer punto de venta en Londres, en una tienda multimarca. "Aunque una colección sea muy visual, no sirve de nada si la gente no quiere tenerlo en el armario. No hago arte, sino moda, y el propósito es que alguien lo compre y se lo lleve".
Un dilema similar es el que llevan años resolviendo Xavi García y Franx de Crystal, los fundadores de 44 Studio, toda una rareza en el panorama de la moda madrileña. Cuentan con tienda propia (integrada en Salon44, el influyente salón de belleza regentado por García) y con una parroquia de clientes a los que se reconoce a primera vista gracias a la peculiar fórmula de sus colecciones, en las que se mezcla lo gótico, el streetwear y la moda conceptual.
"El hecho de tener tienda nos da una relación directa con el cliente", comenta Xavi. "Para nosotros es importante la puesta es escena, y por eso en esta ocasión hemos hecho una performance, pero también es importante que sea viable". Su nueva colección, en la que el color blanco tiene un extraordinario protagonismo, se titula Silencio. "El punto de partida es una reflexión acerca del exceso de ruido y manipulación que hay en la sociedad", apunta García. "Hay que pararse a pensar en lo que sentimos, en lo que pensamos. Y buscar prendas atemporales que perduren y se puedan mezclar entre sí".
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