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De la capa al chándal: así han sido las colecciones masculinas de la Semana de la Moda de Madrid

Analizamos las propuestas de moda para hombre más relevantes y hablamos con sus creadores

De izquierda a derecha, modelos desfilando para Shoop, Oteyza y Pedro del Hierro.
De izquierda a derecha, modelos desfilando para Shoop, Oteyza y Pedro del Hierro.
Carlos Primo

La edición más reciente de la Semana de la Moda madrileña, Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, (del jueves 24 al martes 29 de enero) ha dejado un puñado de colecciones masculinas que van desde el regionalismo reinventado hasta la moda callejera para millennials. A continuación, nuestro repaso por las propuestas clave y las palabras de sus protagonistas.

Oteyza: el nuevo traje conceptual

El recorrido que la sastrería Oteyza ha realizado en los últimos dos años es impresionante: lo que comenzó como un taller dedicado a la confección artesanal de trajes clásicos y prendas basadas en la indumentaria histórica española, con la capa de lana de merino como emblema, se ha consolidado este mes de febrero como una firma de moda masculina con una identidad creativa rotunda.

Como ejemplo, una de las primeras prendas que desfilaron por el escenario del Teatro Español, y que rendía homenaje a los pliegues y costuras con los que Paul García de Oteyza y Caterina Barreda evocan las cuchilladas que lucían las chaquetas y calzas del Siglo de Oro. En sus anteriores colecciones, las cuchilladas adoptaban formas geométricas, casi de origami. En esta colección, sin embargo, aparecen casi descosidas, con las marcas de los pliegues sobre el tejido a modo de cicatrices, en una definición perfecta de lo que significa una de las palabras más maltratadas en la industria: la deconstrucción.

Entre bambalinas, García de Oteyza concede que, en efecto, su objetivo es desnudar la estructura interna de las prendas para reclamar que lo suyo no es figurinismo más o menos creativo, sino diseño. “Queríamos que se vieran los patrones, queríamos hablar de constructivismo, pero sin olvidarnos de la emoción. Al fin y al cabo, por eso elegimos un teatro”. La colección abunda en trajes que nadan entre la ortodoxia sartorial y la precisión del gesto. También entre distintas culturas. Hay paños blancos que recuerdan tanto a los pastores bereberes como a los hábitos de los frailes de Zurbarán. Capotes convertidos en faldas asimétricas, detalles que hablan de arquitectura art déco y referencias al folclore. “Las vanguardias del siglo XX bebieron de los regionalismos, que a su vez eran fruto de otras vanguardias. De eso hablamos en esta colección”.

44Studio: el sexo de los vampiros

Reconocer a un cliente (o un fan) de una marca a simple vista es un fenómeno que solo se da en ciertos casos muy contados. 44Studio, la firma fundada por Xavi García y Franx de Cristal, es una de ellas. Su silueta alargada, en tonos oscuros, con prendas desestructuradas y holgadas, sastrería envolvente y un cierto aire berlinés, gótico o blitz según la temporada y el observador, se ha convertido en una seña de identidad que ellos se encargan de cuidar colección tras colección. La que presentaron en un estudio de inspiración industrial cercano a la plaza de Las Ventas durante las primeras jornadas de la Semana de la Moda madrileña incide en esa estética y se abre a nuevos horizontes. Eso sí, perfectamente definidos por una película, El ansia (1983), cuyos ecos vampíricos y subculturales planeablan sobre un conjunto de prendas más allá de los géneros.

“Desde el principio apostamos por no etiquetar las prendas diciendo si son para hombre o para mujer. Que cada uno elija su género y la prenda que quiere llevar”, explica Xavi García. En el mundo referencial donde habita 44Studio, el hombre se atreve a llevar faldas severas y hedonistas al mismo tiempo. Hay androginia, pero también una seriedad entre futurista y medieval, entre Matrix y el monte Athos. Las superposiciones son fruto del estilismo, pero también de los propios patrones de las prendas. Hay pantalones dobles y chaquetas con doble manga. Esta temporada, en sintonía con la temática vampírica, el rojo sangre convive con el negro riguroso, en salpicaduras o en impactantes looks monocromáticos. No hay categorías. Tampoco temporadas. “No hemos añadido la temporada para no limitarnos”, explica García. “Queremos que sea atemporal”. Tiene sentido, porque sus clientes visten así durante todo el año, en todo momento. Y eso es algo de lo que pueden presumir muy pocas firmas.

García Madrid: la sastrería baila

Presentada mediante una performance coreografiada por Dani Pannullo en las oficinas madrileñas de la firma, la colección que García Madrid propone para la próxima temporada es un giro flexible y urbano a la filosofía práctica, realista y contemporánea que caracteriza esta casa desde sus orígenes. “La idea era sorprender”, concede Manuel García, fundador y responsable de diseño. “La gente ya sabe que hacemos trajes, así que hemos querido proponer otra sastrería e investigar en nuevos materiales”.

Los materiales a los que se refiere son tejidos técnicos empleados con un sentido distinto al habitual. El punto de neopreno que se suele utilizar para hacer sudaderas se aplica a chaquetas de sastrería. Los chaquetones y los trajes incorporan lana cocida propia de la camisería de exterior. Los colores se expanden hacia los naranjas y los cobres. “Es un abandono calculado”, resume García. “Pretendemos huir de las normas y de la formalidad. De ahí que lo hayamos presentado con una coreografía. Queremos hacer una sastrería fresca que llegue a los barrios y que amplíe nuestro público”.

La colección revela la esencia de la firma –prendas de sastrería en colores rotundos, con pantalón alto y corte moderadamente entallado– e incorpora referencias propias de la moda urbana: superposiciones, estampados y chaquetas técnicas. “A veces, a la gente le asusta entrar en una tienda de trajes, y para nosotros lo más importante es que la moda llegue a la calle. Necesitamos sangre nueva y, como profesionales de la moda, sabemos que lo importante es evolucionar e investigar”.

Roberto Verino: recordar el futuro

Ahora que la sastrería ligera y la paleta de tonos intermedios de los años ochenta vuelve a la actualidad, la colección de Roberto Verino para el próximo verano reivindica que él ya estaba allí en aquella época, y que recuperar esos códigos no es más que bucear en sus propios archivos.

Por eso la colección que presentó en Mercedes Benz Madrid Fashion Week fue un gesto de orgullo bien merecido en el que su vocabulario habitual –tejidos ligeros sin miedo a la arruga, texturas naturales, tonos luminosos y prendas sport como la sahariana– adopta cortes contemporáneos sin perder el norte. Verino siempre ha defendido que diseñar moda es diseñar prendas para la gente real que vive vidas reales, y este pragmatismo cobra actualidad ahora que incluso las firmas de lujo quieren volver a ser prácticas.

Ana Locking: un niño-lobo en la era del 'WhatsApp'

Vivimos tiempos demasiado literales, y cada vez son menos las firmas que apuestan por mantener un discurso cultural (artístico, histórico, sociológico) en la espina dorsal de sus colecciones. Una feliz excepción es el trabajo de Ana Locking. La temporada pasada presentó una colección inspirada en la subcultura del voguing y la escena ballroom, y la anterior articuló una crítica contra Trump.

En esta ocasión la temperatura política desciende para dar paso a una de las figuras más enigmáticas de la historia: Kaspar Hauser, un hombre criado a espaldas de la civilización que, cuando apareció en la ciudad alemana de Nuremberg, apenas sabía pronunciar su nombre. “Fue una bomba de inspiración”, explica Locking a propósito de una de las películas basadas en este personaje, La legenda di Kaspar Hauser, de Davide Manuli. “En la película, Kaspar es un chaval de extrarradio que solo sabe repetir su nombre mientras escucha tecno. Me fascinó, y me pareció que podía haber relación con el futuro, y que se podía entender como una metáfora sobre la falta de comunicación no virtual”.

Y precisamente futurista en un sentido ortodoxo (Blade Runner, brillo metálico, volúmenes amplios) son los diseños de moda para hombre que ha incluido en su colección Otoño / Invierno 2019. En la yuxtaposición entre los elásticos propios de las chaquetas bomber y los tejidos reflectantes que evocan la carrera espacial, Locking ha encontrado una imagen perfecta de la frialdad tecnológica de los tiempos que corren. También en las prendas ceñidas con cinturones anchos, o con los tejidos oscuros y las texturas animales de inspiración nocturna y juegos de género. “En la película de Manuli, el personaje de Hauser lo interpreta una chica que lleva chándal y va desnuda de cintura para arriba. Me interesa tener libertad para introducir lo femenino en lo masculino, y viceversa”. De ahí la presencia de la sastrería, que adopta formas que aluden al siglo XIX en el que vivió Hauser, como la chaqueta cruzada o los estampados de rayas verticales.

No todo es discurso y moda conceptual. O, al menos, no directamente: en las últimas temporadas, Locking ha combinado las propuestas más o menos complejas con prendas sencillas de punto con motivos gráficos potentes. En este caso, jerséis de punto con un caballo de balancín similar a la figura hinchable que figuraba al fondo de la pasarela, y prendas oversized con las palabras Kaspar Hauser inscritas. Mensajes directos para tiempos de emojis.

Carlota Barrera: costura para hombres vulnerables

En la anterior edición de la Semana de la Moda madrileña, Carlota Barrera presentó una primera colección masculina, El torero y el pescador, que sorprendió por su tema y por su contenido. Empleando tejidos naturales y texturas mediterráneas, esta gijonense formada en Central Saint Martins reivindicaba la sensualidad de la anatomía masculina con prendas destinadas a revelarla. El mismo leit motiv recorre Water’s Edge, una colección cápsula para el próximo invierno que presentó en un cuadro viviente en el hotel Villa Real de Madrid. “La inspiración para la colección nació de un viaje a Sicilia que hice el año pasado”, comenta Barrera. “Me impresionaron sus puertos, la playa, la gente. Y he querido reflejar esa carga emocional”.

La intención, asegura, es “mostrar y esconder a la vez el cuerpo masculino. Ahora la cuestión de los roles de género está de actualidad, y cada uno lo aborda desde su perspectiva. La mía consiste en mostrar su vulnerabilidad, revelando la clavícula o las costillas mediante aperturas en las prendas”.

Aunque el cromatismo se aproxima a tonos más oscuros que en la ocasión anterior, los materiales siguen siendo nobles y naturales. Hay algodón, lana, prendas tejidas a mano, bordados artesanales y accesorios de cuerda. También prendas más concretas e inteligibles, preparadas para el asalto de Barrera al terreno comercial.

Shoop: mañana todos haremos yoga

Ahora que el streetwear es el Shangri-lá al que acuden firmas de todo tipo en busca de renovación y de un público más joven, resulta necesario reconocer el mérito de las marcas emergentes que llevan reivindicando el chándal desde hace años. Shoop es una de ellas, y el pasado 29 de enero presentó en la Real Fábrica de Tapices un desfile en el que los cortes deportivos convivían con la sastrería y con una inesperada inspiración new age.

La base de operaciones de Shoop, una firma fundada por Miriam Sanz y Yohei Oki, se divide entre Madrid y Tokio, con una decena de puntos de venta en Asia (Japón, Corea y China) y un negocio online dirigido a una clientela global. De ahí que produzcan prendas inteligibles, unisex e identificables a primera vista: exactamente los requisitos necesarios para vender a través de internet. De ahí que la mayor novedad de su colección para el otoño / invierno 2019 resida en su capacidad para salir de terrenos conocidos y adentrarse en prendas más complejas. Hay prendas de pana brillante, denim extremo, sastrería desestructurada, estampados técnicos y trampantojos. Abrigos de pelo con estampados militares, jerséis de motivos geométricos y mensajes de autoayuda que revelan ecos de Helmut Lang, Telfar o Undercover. Un chute de frialdad en tiempos de emotividad millennial.

Pedro del Hierro: minimalismo veraniego

Uno de los desfiles más multitudinarios de esta edición de la Mercedes Benz Madrid Fashion Week tenía lugar el pasado sábado 27 de enero en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles. La protagonizaba la colección Primavera / Verano 2019 de Pedro del Hierro, la firma de moda del grupo Tendam, que en las últimas temporadas ha regresado a las pasarelas tras el fichaje de dos primeras figuras del diseño español: Nacho Aguayo en la línea femenina, y Álex Miralles (previamente en Burberry, Mango y Hugo Boss) en la línea masculina.

El nexo común a ambas colecciones, en esta ocasión, era la formulación de un minimalismo mediterráneo y veraniego. La colección masculina, como explicaba Miralles tras el desfile, amplía los horizontes de la sastrería tradicional con tejidos poco habituales como el algodón técnico, y favorece una silueta relajada en la que las camisas y los trajes cruzados conviven con los cortavientos, las chaquetas técnicas, las prendas de punto y el redescubrimiento del anagrama de la firma, estampado en tejidos y grabado en detalles en piel.

Los colores oscilan entre el blanco matinal y el negro nocturno, con concesiones a tonos brillantes (aguamarina, caldero) y a texturas de ecos artesanales. Al fin y al cabo, el objetivo de esta colección, que se traducirá en prendas presentes en tiendas seleccionadas de la marca, es afirmar su voluntad de hacer moda sin perder de vista la calle, que es el terreno en el que Pedro del Hierro se desenvuelve a la perfección. Realismo y utopía, como marcan las normas del buen diseño.

Brain & Beast: la obsesión del 'clic'

La firma de Ángel Vilda, Brain & Beast, lleva años consolidada como una de las firmas más transgresoras de la escena barcelonesa. Esta temporada se ha estrenado en Madrid con una colección, Spellbound, que reflexiona sobre el alejamiento de la realidad que imponen las redes sociales, y sobre la obsesión por la imagen digital. De ahí que sus modelos desfilaran literalmente enterrados bajo prendas aparentemente caóticas, llenas de mensajes y de yuxtaposiciones inesperadas. Hay referencias a los medios de comunicación, el vudú, el correo, el enamoramiento y el culto a las celebrities. Y todo ello fundido en una amalgama felizmente unisex, en la que la silueta se deconstruye para convertirse, más que en ropa, en forma de expresión. A ello ayuda el casting, compuesto por modelos profesionales y no profesionales que conforman una tribu tan reconocible como la de otro clásico del underground patrio, 44Studio.

Duarte: no es un día cualquiera en la oficina

Una de las virtudes de la firma fundada por Kiko Font y Carlos Duarte en 2016 es que sus señas de identidad son claras y siempre constantes: la sastrería, las franjas verticales (o la raya diplomática), los tonos tierra, los cortes amplios y los préstamos de la ropa deportiva. Así ha sido desde su primera colección, y así resultó la que presentó el pasado 28 de enero en Madrid. La inspiración, en este caso, viene del artista lumínico Dan Flavin, cuyas instalaciones de tubos fluorescentes alteraban la percepción del espacio en los años sesenta, pero también del vestuario de oficina, que se revela como el verdadero motor tras diseños inteligentes y certeros.

De ahí que plantee trajes con chaquetas más largas de lo habitual, de cuatro botones, con el bajo recto y bolsillos con cremallera. O gabardinas clásicas elaboradas en tejido acolchado cuyas costuras replican las líneas verticales marca de la casa. “Son propuestas que sirven tanto para vestir en un ambiente de trabajo como para otros momentos del día a día”, apunta Font. La silueta amplia se traslada a capas técnicas, y las prendas de punto se superponen a la sastrería, y no al revés. Respecto a los colores, oscilan entre los clásicos de la moda masculina, el gris antracita y los tonos marrones.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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