Interdependientes
Este paradigma, viejo conocido de las teorías de relaciones internacionales, ha pasado ahora a ocupar el conjunto de nuestra convivencia
El aprendizaje más difícil que nos deja la actualidad política tiene que ver con las profundas interdependencias en que se inscriben nuestras vidas. Este paradigma, viejo conocido de las teorías de relaciones internacionales, ocupa ahora el conjunto de nuestra convivencia.
La crisis financiera que estalló en 2008 mostró sin piedad la interdependencia del sistema financiero, y por ende del económico, inmerso en una dinámica global. La emergencia climática nos hace recordar nuestra dependencia de la biosfera para poder vivir. El feminismo subraya que los seres humanos necesitamos de otros semejantes a lo largo de toda nuestra vida. Así, en todos los aspectos, se van abriendo paso enfoques que ponen el acento en cómo nuestros actos influyen en otros, y viceversa. Otra cosa es que esas interdependencias se gestionen desde la equidad o la supremacía, y ese es uno de los ejes ideológicos que divide la política actual.
La esfera política da muestra de ello a diario. Ningún ser humano, por poderoso que sea, puede en estos momentos imponer su voluntad si no cuenta con el beneplácito de otros. Ni Trump ha sido capaz de salirse con la suya en muchos asuntos que eran para él fundamentales, ni Merkel ha sacado adelante su primera propuesta sobre los líderes europeos, que ha atravesado una compleja negociación.
Hoy el poder se encuentra distribuido, lo que no quiere decir que esa distribución sea justa ni equitativa, pero los nodos son múltiples y necesitan de connivencias para tejer esta sociedad red cuyo mayor peligro es que la propia red se caiga. En palabras de Runciman: “Una red puede caer y ya está. Como, por definición, una red carece de un punto de control unificado —y por consiguiente de un botón de apagado—, cualquier parte de ella podría convertirse en un eslabón débil. El gran punto fuerte de las redes es también lo que las hace peligrosas: nadie ni nada tiene a su cargo las riendas de lo que ocurra a continuación”.
Las negociaciones que los distintos líderes políticos españoles están entablando para intentar formar Gobiernos deberían tener en cuenta que operan en este entorno red e interdependiente. Las tres derechas se necesitan para gobernar en Ayuntamientos y comunidades autónomas, lo que supondrá asumir acuerdos y desacuerdos, unos públicos y otros no tanto, para mantener el equilibrio, como estamos viendo ya en Murcia o Madrid. De la misma forma, Unidas Podemos, el PSOE y sus aliados puntuales se necesitan para alcanzar una investidura en la presidencia del Gobierno y cuatro años de la estabilidad que el país precisa para asumir los retos que tiene encima. Si entendemos que cualquier puente o movimiento interbloques está descartado, lo siguiente es constatar la interdependencia dentro de cada uno de esos lados del tablero y obrar en consecuencia. De lo contrario, en cualquier momento la red se puede romper, dejando caer todo aquello que sostiene, lo que lleva a preguntarse el porqué de estas escenificaciones. El aprendizaje de las nuevas reglas del juego va a llevar su tiempo. @tinamonge
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