_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tanto odio

Batido de uno y otro flanco, Pedro Sánchez permanece agarrado al azar de sí mismo

Manuel Vicent
Pedro Sánchez el pasado viernes en Bruselas.
Pedro Sánchez el pasado viernes en Bruselas.FRANCOIS LENOIR (REUTERS)

Van bien peinados, visten ropa de marca, besan todavía las manos a las señoras, han aprendido de niños a manejar el cubierto del pescado, puede que usen un perfume caro, pero sus ideas políticas huelen a choto machista, a sudor taurino, a franquismo revenido. No se reconocen de extrema derecha y menos como ultras o fachas, aunque más a la derecha de Vox ya solo está el tabique o el precipicio. En cualquier espacio de la política en que este partido aporte una mínima presencia todo va a saber a Vox, porque es como el ajo, un condimento tan dominante que basta con un solo diente para que su sabor se apodere de todo el guiso. Ha llegado a las instituciones como un recuelo franquista encaramado a hombros del Partido Popular gracias a Ciudadanos, un partido que vino con un talante liberal a airear los viejos odres de la derecha anquilosada y ha acabado siendo un exacerbado mamporrero de esta obscena coyunda. Por otro lado está Podemos, una grey política que trata de entrar en el Gobierno sin haberse quitado de encima la sensación de estar todavía bebiendo cerveza a morro en los bares de Lavapiés. Su jefe de filas es una criatura mediática fabricada por las cámaras, gracias a su locuacidad imbatible. Aunque un día Pablo Iglesias se presentara con su cogote esculpido a navaja, prueba de su integración en el sistema, es difícil imaginarlo callado ante un micrófono a la salida del Consejo de Ministros sin intentar segarle la hierba bajo los pies al Partido Socialista, dado su carácter. Batido de uno y otro flanco, Pedro Sánchez permanece agarrado al azar de sí mismo. La derecha le empuja a abrazarse a los independentistas para poder achicharrarlo y es como si los curas te obligaran a pecar para poder mandarte al infierno. Este verano los pájaros caerán ya fritos del tejado y no será por el calor sino por tanto odio político consolidado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_