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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

'2040' en Madrid Central

El cineasta Damon Gameau muestra que podemos construir un mundo sostenible con la tecnología y el conocimiento que ya tenemos

Milagros Pérez Oliva

Podemos imaginar un futuro apocalíptico como el que Cormac McCarthy describe en su magnífica novela La carretera, un mundo devastado por un cataclismo ambiental donde no hay energía ni alimentos y los pocos humanos que quedan se devoran para sobrevivir. Un padre avanza, enfermo y cansado, con su hijo de la mano debatiéndose entre la esperanza de poder encontrar restos del mundo perdido y su determinación de matar al niño si ese sueño no se cumple. No quiere dejarlo solo con tanta desolación.

El cineasta australiano Damon Gameau también es padre y está preocupado por el futuro de su hija. Pero quiere cambiar el imaginario futurista. Hemos invertido grandes esfuerzos en el diagnóstico. Ahora ya sabemos que si seguimos con el modelo de producción y movilidad basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, destrozaremos el ecosistema y el mundo en el que vivimos se vendrá abajo. Pero como le había explicado la psicóloga ambiental Renee Lertzman, hay que tener cuidado con los mensajes negativos porque el catastrofismo paraliza. El optimismo realista, en cambio, moviliza. El resultado es un documental esperanzador. Se titula 2040 y muestra lo que podemos hacer para construir un mundo sostenible, no en base a quimeras, sino a tecnologías y conocimiento que ya tenemos. Un ejercicio de lo que Gameau denomina “fact-base dreaming”, sueños basados en hechos reales.

En lugar de un paisaje oscuro y lleno de cenizas, podemos tener un paisaje verde y luminoso, basado en un sistema de producción eléctrica distribuido y de origen renovable, amplios desarrollos de economía circular y una movilidad en la que el transporte limpio y la bicicleta desplazan al coche y el tren sustituye al avión. Un mundo donde predomina la agricultura regenerativa que no basa ya su productividad en abonos minerales escasos, sino en prácticas de permacultura que regeneran la tierra. Y un uso intensivo e inteligente de la permacultura marina, que permite extraer nutrientes de algas capaces de crecer medio metro al día.

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“Todo lo que necesitamos para un mundo sostenible lo tenemos ya”, dice Gameau. Y añade: “La determinación y la pasión es la más importante fuente de energía renovable que tenemos”. No irá mal recordarlo paseando por Madrid Central bajo la boina gris del nuevo Gobierno municipal.

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