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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una persona, un voto... y mil interpretaciones

Un candidato indio llora porque solo ha recibido cinco votos; necesita clases postelectorales españolas

Jorge Marirrodriga

En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno, decía Adenauer. Y desde luego si hay algún lugar donde están dispuestos a quitarle a uno siempre la razón es en la familia. Publicaba este medio un vídeo de Neetu Shuttern Wala, un candidato independiente del Punjab en las recientes elecciones al Parlamento de la India en las que el hombre rompía a llorar en televisión mientras hablaba de los resultados. ¿Era emoción por el respaldo obtenido? ¿Hacía como los futbolistas de ahora, que todos lloran cuando se van del equipo de sus amores (sus amores hasta ese minuto, claro)? No. Al candidato se le saltaban las lágrimas al relatar que en su propia familia hay nueve personas en edad de votar y él apenas había obtenido cinco votos en las elecciones.

La reacción de Neetu Shuttern Wala se ha vuelto popular a nivel mundial —quien escribe tal vez debería haber utilizado la neolengua y poner la palabra “viral”— porque lo habitual en los políticos es interpretar los resultados electorales de una manera curiosamente diferente al resto de los votantes. Veamos algunas opciones.

En la India hay 900 millones de votantes y Neetu Shuttern Wala ha obtenido cinco votos, es decir, el 0,0000005% de los sufragios. Pero podría, por ejemplo, haber expresado su alegría por haber recibido el 55% de los votos de su familia, un excelente resultado que muchos firmaríamos ahora mismo. También podría haber dicho aquello de “hemos recibido el mensaje” o mejor “esto significa que tenemos que trabajar”, frase esta última que suele reconfortar y reasegurar en su decisión a aquellos que no han votado por el político que la pronuncia. Podría haber tirado de optimismo y asegurar que a partir de ahora todos los resultados serán mejores o, incluso, asegurar su satisfacción porque esos votos iban a ser decisivos en la gobernabilidad, en este caso del Punjab. Finalmente podría haber echado la culpa a otros —el cuñado— por la división del voto familiar o negarse a decir nada “hasta analizarlo con las bases”.

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Solo hay algo más difícil que reconocer la derrota: gestionar la victoria. Cosas ambas que se echan de menos en la política mundial. Neetu Shuttern Wala debería estar tranquilo. Decía Maquiavelo que los hombres ofenden antes al que aman que al que temen. A la vista está que su familia le ama. Y mucho.

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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