Carmena y la foto de carné de los duques de Osuna y sus hijos
La idea era invitar a 10 personajes de distinto y distinguido pedigrí, colarlos en el Prado y dejarlos solos con su obra favorita —de noche y con el museo desierto— y que luego contaran la experiencia. La intención final: contrastar esa forma inhabitual de contemplar el arte, solitaria y serena, con el ruido y la furia del tumulto contemporáneo en los museos. Unos lloraron, otras se extasiaron, todos disfrutaron. Este es el resultado de aquella noche tranquila de Manuela Carmena.
ESTAR UNOS MINUTOS ante el cuadro de los duques de Osuna fue una experiencia muy especial. Siempre me llamó la atención este retrato de la familia de Pedro Téllez de Girón, noveno duque de Osuna, y su esposa, María Josefa Alonso Pimentel, junto con sus cuatro hijos. Creo que ese óleo me atrajo desde que, siendo niña, visité el Museo del Prado con mi colegio. Esa escena casi parecía una foto de carné de familia numerosa.
— Con el correr de los años y por azares del destino me he convertido en una voraz lectora de todo lo que tiene que ver con la duquesa de Osuna. Mujer interesantísima y culta, nos dejó en Madrid la joya del palacio y los espléndidos jardines del Capricho, donde a ella se la percibe en todos sus rincones.
— Goya supo reflejar su inteligente elegancia en esa mirada profunda de mujer fuerte y decidida, envuelta en el vestido que le ciñe el talle, pero que ella no acompaña de recargo alguno de alhajas.
— Me gustó repasar las figuras del cuadro recordando las cartas de la duquesa, en las que en tantas ocasiones nos cuenta las vivencias cotidianas de sus hijos e hijas: Josefa Manuela, Joaquina, Francisco de Borja y Pedro. Goya consigue retratarlos como los niños que son, con miradas vivas y hasta juguetonas. Todos ellos van vestidos como pequeños adultos (durante mucho tiempo, a los niños se les vestía como a los mayores).
Me atrajo desde que, siendo niña, visité el Prado con mi colegio. Casi parecía una foto de carné de familia numerosa
— Los colores del cuadro cierran la experiencia visual que nos ofrece el ensimismamiento. Ahí está la vida, la familia, los juguetes, la mascota… Todo reflejado en esa gama cromática de sutil delicadeza del blanco, el verde y los grises plateados. ¡Qué belleza!