Hasta siempre, Mambrino
He leído la noticia de la muerte de Mambrino con mucha emoción. Es obvio que sus seguidores no teníamos por qué conocer su vida, aunque sí algo de sus milagros: conseguir muchas noches el sueño después de acabar sus crucigramas, endiablados a veces, y que nos producían una satisfacción que recordaba al deber cumplido. Querido Mambrino, ha sido un placer acompañarte desde el principio en EL PAÍS. Sin conocerte apenas, llévate nuestra admiración por tu callada y eficaz dedicación. Hasta siempre.
Francisco Molina Tobarra, Aranjuez.
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