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Columna
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Alifante

Con Isabel Díaz Ayuso, Aznar y Casado encontraron el elemento imprescindible para liquidar el PP

Jorge M. Reverte
El presidente del PP, Pablo Casado, y la candidata del partido a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en Aranjuez.
El presidente del PP, Pablo Casado, y la candidata del partido a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en Aranjuez.JuanJo Martín (EFE)

Según Pío Baroja, y por este orden, los campesinos navarros sentían en tiempos un temor desmesurado a algunos fenómenos: “tres cosas hay en la vida que me causan el espante, tirremoto, vendaval y alifante”. Que es, más o menos, lo que le ha sucedido al PP. Ha sido también por orden, de más a menos calamitoso, pero en los tres casos con una capacidad devastadora digna de cualquier catástrofe natural registrada en los Estados Unidos de América, independientemente de que mande o no alguien como Donald Trump.

Empezó todo con el nombramiento de Pablo Casado como sucesor de Mariano Rajoy. Una decisión que fue tomada democráticamente por el partido, pero en la que tuvo mucho que ver José María Aznar, y en la que se dio un gran protagonismo a FAES, la fundación que provee de pensamiento a los populares.

Y Aznar y FAES decidieron que era mucho mejor darle a su partido un repentizador de ideas, de proyectos y de personas, en lugar de alguna buena idea. En el PSOE y en Ciudadanos había miedo, todo hay que decirlo, hasta que Pablo Casado comenzó a hablar y a tomar decisiones. Entonces, los estados mayores enemigos respiraron tranquilos. En el PP se había producido un “tirremoto” de proporciones bíblicas.

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A eso le siguió un nombramiento. El de Adolfo Suárez como número dos. Casi no hay palabras para describir el entusiasmo que provocó en las formaciones rivales. La sabiduría de Suárez en lo que se refiere a los neandertales y las leyes neoyorquinas causaron estragos. Más que si Faemino y Cansado fueran los encargados de esos asuntos. Casado buscaba un soplo de aire freso intelectual, y se encontró con un vendaval.

Faltaba el alifante para que los campos del PP quedaran arrasados, quizás por mucho tiempo. Pero Casado encontró con inusitada rapidez el remedio. Una mujer, que podía competir por su verbo fácil, con las más avezadas féminas enroladas en las filas adversarias. Y pronto, muy pronto, empezó a lanzar mensajes contundentes sobre abortos ya nacidos o sobre atascos fascinantes en la madrugada madrileña. Se llama Isabel Díaz Ayuso.Ya habían conseguido, con ella, Aznar y Casado su “alifante”, imprescindible para rematar la faena, para liquidar el PP.

Las malas lenguas aseguran, sin pruebas, que todo eso ha sido la obra póstuma de Alfredo Pérez Rubalcaba. Yo creo que no. Casado lo ha dicho: la campaña fue correcta.

¿Después de “alifante” puede haber algo?

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