13 fotosEl sonajero que sobrevivió a la Guerra CivilMartín tenía nueve meses cuando fusilaron a su madre. Catalina Muñoz fue ajusticiada en otoño de 1936 y enterrada con el juguete de su hijo, que ha conocido su historia 83 años despuésEl País08 may 2019 - 15:22CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceRestos de Catalina Muñoz Arranz junto al sonajero hallados en el parque de La Carcavilla (Palencia) en 2011. Un juguete rosa y amarillo chillón, con forma de flor, que estaba junto a un cadáver rociado con cal viva y enterrado sin ataúd.Sociedad de Ciencias AranzadiEste objeto y la historia que hay detrás de él ha servido para que toda una familia recupere una memoria enterrada. Los registros del cementerio viejo de Palencia indicaban que el cadáver era de Catalina Muñoz Arranz, de 37 años y natural de Cevico de la Torre, un pueblo a 30 kilómetros de la capital palentina. Tenía cuatro hijos cuando la mataron. El más pequeño, Martín, entonces de 9 meses, era probablemente el dueño del sonajero. En la foto, Martín de la Torre Muñoz posa en el salón de su vivienda en Cevico de la Torre, Palencia.Víctor SainzAquel bebé es hoy un hombre de 83 años que vive en una casa humilde de la calle principal de Cevico de la Torre, una localidad con unos 400 habitantes. Habla poco, tiene la mirada fija y unas manos muy anchas de toda una vida trabajando, pues empezó a los ocho años. En la imagen, Martín de la Torre Muñoz posa en la puerta de su vivienda junto a su hija, Martina de la Torre Atienza, que le da un beso, y su mujer, Francisca Atienza Ocasar.Víctor SainzLápida bajo la que descansan los restos mortales de Catalina Muñoz Arranz en el cementerio municipal Nuestra Señora de los Ángeles en Palencia. Murió el 22 de septiembre a las "cinco y treinta horas del día [...] por heridas producidas por arma de fuego de pequeño proyectil en cráneo y pecho”, según el detallado sumario, que coincide casi a la perfección con el análisis osteológico que hicieron los antropólogos en 2011 tras desenterrar su cadáver.Víctor SainzLucía de la Torre Muñoz relata lo que la memoria le permite sobre la detención y ejecución de su madre Catalina Muñoz Arranz, única mujer juzgada en consejo de guerra y fusilada en la provincia de Palencia. Catalina no sabía leer ni escribir, pero sí firmar, según el sumario de su juicio, que se conserva en el archivo militar de Ferrol. Es fichada como una mujer de 1,51, morena, de pelo y ojos negros, de apodo “Pitilina”.Víctor SainzFrancisca Atienza Ocasar sujeta un sobre que contiene los papeles de la sepultura de su suegro Tomás de la Torre. Cuando el padre de Martín salió de la cárcel, se fue a trabajar a Bilbao. Muchos años después, ya jubilado, volvió a Cevico y vivió allí los últimos ocho años de su vida. Nunca hablaron de lo sucedido y Martín no le preguntó nada sobre su madre por no despertarle recuerdos dolorosos.Víctor SainzMartín no sabía que a su madre la habían enterrado sola en Palencia y ahora ha visto por primera vez la foto del juguete que se llevó a la tumba. Al no haber reclamado nadie los restos y las pertenencias de Catalina, fueron enterrados en el cementerio nuevo de Palencia junto a otras víctimas de la represión, pero en una caja separada. En la imagen el cartel de entrada a Cevico de la Torre, en Palencia.Víctor SainzEl sonajero de Martín, encontrado junto al cadáver de su madre. El juguete fue llevado al etnógrafo Fermín Leizaola, quien cortó un pedazo del plástico y lo acercó a una llama, en la que prendió rápidamente dejando un “característico olor a alcanfor”. Eso probaba que era de celuloide, un plástico desarrollado en 1870 muy usado en objetos cotidianos hasta los años setenta del siglo XX. El juguete podía ser de la época.Álvaro GarcíaTras conocer la historia del juguete y su paradero, Martina, la hija de Martín, ha iniciado los trámites para recuperar el cadáver y, junto a ellos, el sonajero, que podría volver a las manos de su padre 83 años después. En la imagen, la Calle Pedro Monedero en Cevico de la Torre, Palencia.Víctor SainzLa hija de Martín, Martina de la Torre, abraza a Almudena García-Rubio, antropóloga de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. “Es un objeto muy simbólico, los colores vivos junto a los huesos color tierra recuerdan una maternidad que se truncó y que en parte representa todo lo que pasó en la Guerra”, añade la científica.Álvaro García“Si mi madre estuviese aquí le diría que la quiero y que me da mucha alegría”, dijo Martín el viernes sentado en el salón de su casa de Cevico de la Torre (Palencia), el mismo pueblo en que vivió su madre y en el que él ha pasado casi toda la vida sin apenas hablar de lo que sucedió para no herir los sentimientos de su padre.Álvaro GarcíaMartín sostenía entre sus manos el juguete y apenas encontraba palabras para expresar sus sentimientos. “Qué tiempos aquellos”, alcanza a decir, y añade, a preguntas de su hija, Martina, que nada de lo que sucedió debía haber pasado.Álvaro GarcíaMartina, en la tumba de la familia De la Torre Muñoz.Álvaro García