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No veas porno de mierda

Educación sexual a través de la pornografía de calidad

Getty

Consentimiento, igualdad y feminismo en las películas para adultos que consumen nuestros hijos

Cualquier portal de pornografía sabe ya el tipo de vídeos que demando. Sabe si me gusta más el lésbico, los tríos o el sexo explícito con maduritas. Se ha enterado de si acelero para ir justo a las escenas explícitamente sexuales. Dejamos el reguerito de nuestros gustos en cuanto abrimos una .com. Por eso, desde hace semanas, Facebook e Instagram me ofrecen las Stan Smith que quiero por mi cumpleaños. A pesar de que usted no tenga un audímetro, si deja de ver los programas de televisión que le espantan, su ausencia pondera. Su ignorancia respecto a determinada fauna también se propaga. Aunque solo sea porque tiene que dejar de hablar del tema con quien lo pretenda. Con la pornografía gratuita ocurre algo parecido. Los análisis de las páginas web a las que entramos determinan el tipo de imágenes que queremos e informan a los implicados para que nos ofrezcan exactamente lo que más nos gusta. Así nos cuelan todos los anuncios que quieran, que es de lo que comen. La pornografía está en nuestra vida. Pero igual que ya no nos creemos las comedias románticas, la libertad de consentimiento no se traduce en que una mujer tenga sexo con el primero que se cruza. Y tampoco un hombre, por abrirse la bragueta, provoca que las mujeres se lancen en picado hacia él. Quienes no lo tienen tan claro son los jóvenes. Los mismos que recurren a la pornografía para educarse sexualmente.

Por mucho que la derecha intente colarlo como una panacea (véase la iniciativa del PP sobre educación digital en la página 22 de este enlace), restringir el acceso a Internet no hace que controlemos los contenidos a los que vayan a acceder nuestros hijos. Durante un tiempo sí. El justo para que se interesen aún más por lo que estaban buscando y aprendan cómo acceder a ello burlando la vigilancia. Si alguno de ustedes es padre ya habrá calculado cuánto tardará su prole en ver la pornografía de la que los resguarda. A los 13, los chavales tienen móvil, conexión a Internet y wifi en la mayoría de los lugares que frecuentan. Se criaron usando los smartphones de sus padres y es cuestión de horas que, cuando son prepúberes que disponen de sus propios terminales, que indaguen qué era aquello que sus padres no querían que vieran.

Solo si somos capaces de que sean nuestros hijos los que sientan rechazo por esa basura, habremos ganado.

En 2015 la televisión pública noruega nos enseñó en qué consiste la educación sexual. Pubertet fue la palabra mágica. Agradezco enormemente que algún alma caritativa subtitulara estos vídeos en español para que cualquier padre interesado en el tema pueda utilizarlos con sus vástagos. Las restricciones de los centros educativos en materia de YouTube impiden que un profesor se los descargue en un pendrive y los lleve a clase para que sus alumnos aprendan. Así que crucemos los dedos para que con el nuevo Parlamento empecemos a encontrar fácilmente series como esta.

Educación sexual en la TV pública noruega.

La decisión está en manos de los parlamentarios. Y en algunos países, empiezan a ponerse efervescentes al respecto. El año pasado, los socialdemócratas alemanes (SPD) quisieron impulsar las películas pornográficas feministas, entendiendo como tales las que no humillan a la mujer. Lo del porno feminista ya saben que da para largo. Extrapolemos el concepto de feminista (igualdad entre los dos sexos) y llevémoslo a la pornografía. El SPD pretendió educar sobre el consentimiento sexual y propusieron que fuera en el instituto donde se debatiera sobre pornografía gratuita, analizándola: misoginia, machismo y ficción. La propuesta se presentó en el Estado de Berlín. Algo impensable para la conservadora Baviera. Pero fue una propuesta educativa política. Los socialistas del Estado de Berlín se fijaron en Suecia, donde desde 2009 se lleva a cabo este tipo de actuaciones. País, por cierto, con altos niveles de denuncias por violación. En 2015 en Suecia se denunciaron 64,06 violaciones por cada 100.000 habitantes. Pero las estadísticas pueden reflejar situaciones distintas en países distintos. En muchos, si yo denuncio que mi marido me violó durante dos días seguidos se registrará una única denuncia. En Suecia, no. En Suecia, eso serán dos denuncias y así con cada una de las agresiones sexuales que se cometan. Todo se contabiliza. Se hace para concienciar a la población de lo que significa vivir en una sociedad misógina.

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Yo presto atención a lo que dicen los políticos porque su discurso llega a muchas personas; votantes suyos o no. Cuando escuché a Cayetana Álvarez de Toledo preguntar si decíamos 'sí, sí todo el rato', primero pensé en las veces que lo he dicho. Reconozco haberlo hecho. Lo suelto mientras me la clavan y merecen que les celebre el empujón o lo utilizo para que sigan y no se den por satisfechos. Mi comportamiento y mi conversación deberían ser suficientes para que los hombres supieran, sin escuchar consentimiento explícito, si podríamos terminar en una cama. Pero no siempre es así. La violencia sexual entre jóvenes es una realidad. Igual que lo es que se presenta una denuncia por agresión sexual cada cinco horas. Cayetana Álvarez de Toledo es la única diputada del Partido Popular por Cataluña, comunidad autónoma, por cierto, con más denuncias por agresiones sexuales.

No va a quedar otra que enseñarles a distinguir lo que es el porno de mierda, Cayetana. Está en juego tu carrera política.

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