Una visión nueva para la paz coreana
La Zona Desmilitarizada de Corea es la clave para el desarrollo de un área de bienestar común para los desplazados tras la guerra.
Jamás habíamos estado tan cerca pero a la vez tan lejos. La actual infraestructura mundial ha colonizado gran parte de la tierra y la conectividad está dibujando el nuevo mapa de interacciones sociales. La construcción de nuevas redes y vías de comunicación tiene un destacado papel dentro de las economías, mientras que las fronteras no han dejado de crecer. Regiones que abarcan desde países hasta continentes se han convertido en territorios deseados de un mundo polarizado, hacia los que avanzan oleadas de personas desde lugares opuestos. En su gran mayoría, personas que sufren desplazamientos forzados debido a las condiciones en sus países de origen.
Estos desplazamientos nunca han dejado de crecer. Asumir que este fenómeno no dejará de aumentar y saber que estamos dando soluciones cortoplacistas y unilaterales a los problemas que estos movimientos en masa nos plantean, es solo el comienzo. La base para empezar a cambiar el futuro de estas personas es pensar en generar verdaderas soluciones y no seguir parcheando lo que no funciona.
Existe una incapacidad de gestión global de los territorios y hábitats. Un claro ejemplo de ello es el amplio abismo diferencial entre el presupuesto militar y lo que se destina para mantener en unas condiciones precarias a millones de personas que se convierten en desplazados.
Hace ya dos años que surgió la idea de hacer una propuesta de cambio a través de una crítica al actual diseño de asentamientos humanos fronterizos. Estos están caracterizados por una violencia estructural desde su planeamiento; desde la elección de sus localizaciones, la inexistencia de equipamientos y espacio público o el no aseguramiento de unas condiciones de habitabilidad básica.
La última sombra que dejó la Guerra Fría es el conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur. Este es un problema perpetrado por decisiones geoestratégicas principalmente de la desaparecida URSS y Estados Unidos. El territorio en disputa es la vieja Corea, que pasó a ser dividida hace más de 70 años. Dos mitades que forman parte de un tablero de juego, en el que los principales actores aún tienen que definir cuál será el futuro de su país y sus ciudadanos.
La actual situación de las dos naciones viene enmarcada históricamente en un contexto que cambia radicalmente. Pero el punto de inflexión se presenta cuando Corea es ocupada por Japón desde el 22 de agosto de 1910 hasta el 15 de agosto de 1945, cuando se concreta la rendición nipona en la Segunda Guerra Mundial. Es así que la península coreana queda dividida geográfica y políticamente por el paralelo 38, bajo el mando de dos de los Países Aliados: La Unión Soviética que controla el Norte y Estados Unidos que controla el Sur. Este es el comienzo de la Guerra Fría.
Mientras que el comunista Kim Il–sung forma gobierno y se convierte en el primer ministro de Corea del Norte en 1948, el nacionalista Syngman Rhee pasa a ser el presidente de Corea del Sur. La división ideológica propiciada e impulsada por la Guerra Fría queda patente. El 25 de junio de 1950 Kim Il–sung ordena a su ejército el ataque al Corea del Sur y comienza la Guerra Coreana. Este es el conflicto que marcará la situación social y política de ambos países tal y como hoy los conocemos.
El conflicto cesa las hostilidades el 27 de julio de 1953, con millones de víctimas a sus espaldas, tras la firma del Acuerdo de Armisticio de Corea, en Panmunjom. El armisticio no conlleva el final del conflicto, pues técnicamente siguen en guerra, es un estado de paz ilusorio, una paz negativa. Este acuerdo entre el norte y el sur supone el establecimiento de la Zona Desmilitarizada de Corea (DMZ), la actual frontera entre ambos estados de la península. Este espacio esta caracterizada por ser paradójicamente, a pesar de su nombre, uno de los puntos más militarizados del mundo. Un vallado principal y otros dos equidistantes a 2 kilómetros al norte y sur del Paralelo 38, recorren 254 km de este a oeste de la península.
El armisticio supone además la creación de la Área de Seguridad Conjunta (Joint Security Area) en Panmunjom, en la DMZ, un espacio de diálogo mediado por la ONU para la reunificación coreana. En dicha área se han realizado varios acercamientos y pactado varios acuerdos políticos durante todo este tiempo. Sin embargo, los estados llevan 73 años sin encontrar una solución al conflicto, años de tensiones y picos de violencia entre ambos. Actualmente, los políticos parecen estar abiertos a nuevos cambios, y el 2018 quedó marcado como año de inflexión frente a las políticas de desnuclearización norcoreana, las cuales darán paso a nuevos avances.
Moon Jae–in, actual presidente surcoreano, y Kim Jong-un, actual líder norcoreano, se reunieron en abril de 2018 y cruzaron la frontera después de tantos años en busca de una vía de diálogo. En ese tiempo hablaron sobre las políticas intercoreanas y un futuro próspero para ambos países. También en 2018 y recientemente en febrero de 2019, Kim Jong–un y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunieron para hablar sobre la desnuclearización del país.
Dentro de los posibles procesos de reunificación de la península que se han estudiado, se plantean grandes reformas tanto a nivel político como a nivel económico. En dichas propuestas, los países más allegados, China y Corea del Sur tendrán que absorber un gran número de población del régimen norcoreano.
El Instituto Coreano para la Unificación Nacional (KINU – Korea Institute for National Unification), tasa la cifra de futuras personas desplazadas norcoreanas en más de dos millones. Estos millones de personas provendrían de un éxodo masivo de Corea del Norte hacia Corea del Sur. A esta cifra se sumarían las familias separadas por la Guerra Civil Coreana (1950 – 1953), las más de 130.000 personas surcoreanas que se encuentran registradas en el programa de Reuniones de Familias Separadas. No obstante, del programa solo 57.000 personas siguen vivas actualmente y el 86% de ellas tiene más de 70 años. Además, hay que contar con los emigrantes norcoreanos (111.055), que debido a su situación decidieron salir del país en el 2018. A pesar de que la migración está muy controlada y regulada anualmente, el número de emigrantes sigue aumentando tanto como la vigilancia y el control de las fronteras.
Como respuesta y crítica a este gran problema nace la idea de un proyecto para focalizar, desarrollar, formalizar y resolver este caso particular a través del análisis del contexto político y social. Ex–Terra Nullius es un proyecto de ciudad lineal, localizada en la frontera de la península coreana, la Zona Desmilitarizada de Corea. Está diseñada para ser capaz de absorber las operaciones necesarias y previstas causadas por una hipotética situación de emergencia, tras la posible reunificación entre Corea del Norte y Corea del Sur.
Esta ciudad lineal toma como punto de partida la probable existencia de una gran afluencia de desplazados norcoreanos que busquen un nuevo asentamiento en el sur, un "tercer espacio". El enclave de la zona desempeña un papel fundamental a nivel geoestratégico para conseguir su funcionamiento y éxito.
La propuesta se apoya en lugares que colaboran con el desarrollo de la conectividad, la política y la economía del este espacio: La estación de Tren Dorasan y la autopista Pyongyang–Seoul; el Parque de la Paz, el Área de Seguridad Conjunta; el Parque Industrial Kaesong; y finalmente el observatorio turístico Dora.
Esta ciudad dibuja un nuevo trazado de los asentamientos para desplazados, resolviendo la precariedad del diseño actual y respondiendo directamente a las necesidades de esta sociedad concreta. Con su desarrollo, se podría acabar con esta problemática de forma permanente en un periodo de tiempo limitado.
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