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El fisco de EE UU espera con impaciencia el nacimiento del bebé real británico

El hijo de los duques de Sussex tendrá doble nacionalidad, británica y estadounidense, por lo que deberá demostrar que cumple con sus obligaciones tributarias en el país norteamericano

Enrique y Meghan, duques de Sussex, en una visita en febrero a Rabat (Marruecos)
Enrique y Meghan, duques de Sussex, en una visita en febrero a Rabat (Marruecos)FADEL SENNA (AFP)
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Sin duda el bebé real del príncipe Enrique y Meghan Markle nacerá en una cuna de oro, y las autoridades recaudadoras de impuestos en Estados Unidos están deseosas de saber, hasta el último céntimo, cuánto vale. El fisco estadounidense tiene un interés especial en ese bebé debido a su doble nacionalidad: británica, por su padre, y estadounidense, por su madre, la duquesa de Sussex.

"Cuando uno de los padres es estadounidense y ha residido en Estados Unidos por cinco años, de los cuales al menos dos años después de cumplir los 14, el bebé automáticamente es ciudadano", explica David Treitel, fundador de American Tax Returns, una consultora para expatriados estadounidenses que viven en Reino Unido. "Este es el caso de Meghan", dice Treitel, destacando que es la primera vez que esto ocurre en la familia real británica.

Esa nacionalidad viene con una serie de condiciones particularmente restrictivas: como ocurre con cualquier estadounidense que nazca, crezca y muera en cualquier parte del mundo, año tras año el hijo de Enrique y Meghan deberá mostrar al fisco de su país que ha cumplido con sus obligaciones tributarias.

Desde el momento de su nacimiento, el dinero depositado en bancos a su nombre por los padres para que lo disfrute en un futuro deberá ser declarado. Lo mismo que el dinero que ingrese, por ejemplo, si sus padres deciden que el niño o niña siga los pasos de su madre actriz y actúe en televisión o en películas.

Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, en un servicio religioso en la abadía de Westminster, en Londres, el 11 de marzo.
Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, en un servicio religioso en la abadía de Westminster, en Londres, el 11 de marzo.BEN STANSALL (AFP)

Adiós privacidad, dice Treitel. El fisco estadounidense "logrará saber mucho más sobre la riqueza de la pareja" a través de las declaraciones del bebé y de su madre. "Va a llegar a Estados Unidos mucha más información", asegura. Por ejemplo, el fisco demandará que cualquier regalo valioso al hijo de Meghan y Enrique también sea declarado.

"Imaginen que la reina obsequia al bebé un hermoso y especial libro de arte de la colección real, con pinturas de Van Gogh o Miró. Si el regalo vale más de 100.000 dólares, deberá comunicarlo", dice Treitel. Sin embargo, los regalos de baby shower que Markle recibió en Nueva York a mediados de febrero no tendrán que ser registrados si quien los ha hecho es otro estadounidenses, ha dicho el experto.

Aunque madre y bebé deberán presentar formularios que ocuparán por largas horas a sus contables, posiblemente no tengan que pagar muchos impuestos: estos podrían ser compensados por los pagados en Reino Unido, según dijo a The Wall Street Journal la especialista en el tema Laura Saunders.

Los esfuerzos de las autoridades estadounidenses por mantener una vigilancia muy estrecha de sus expatriados puede tener consecuencias importantes para personas cuyo único vínculo con el país es que nacieron allí. Ese es el caso de los llamados "estadounidenses accidentales", que automáticamente recibieron la ciudadanía por haber nacido ahí pero que se fueron del país cuando eran muy pequeños y no tienen ningún otro vínculo allí.

Tras la adopción en 2010 de la ley llamada Foreign Account Tax Compliance (FATCA), que reemplazó el criterio de nacionalidad por el de domicilio fiscal, esos estadounidenses se ven obligados a declarar sus ingresos a Estados Unidos y en algunos casos también a pagar impuestos. Muchos de ellos se fueron del país muy pequeños y la Asociación de Estadounidenses Accidentales que les agrupa pidió al presidente Donald Trump el año pasado encontrar una solución a su dilema.

Su estatus puede llegar a convertirse en un asunto delicado. Si se niegan a cumplir ante las autoridades estadounidenses, los bancos en sus países de residencia pueden ser sancionados. Entonces, estas entidades pueden negarles servicios como cuentas o hipotecas.

En un grado menor, la familia real británica tampoco podrá eludir sus obligaciones fiscales en Estados Unidos: una declaración de impuestos inconsistente puede dar lugar a multas importantes. Hay una solución para evitar dolores de cabeza a los contables de la pareja real: Markle puede renunciar a su ciudadanía estadounidense. Sin embargo, si lo hiciera, igualmente deberán ser presentadas las declaraciones de impuestos del niño hasta que cumpla 18 años.

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