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Así conseguirás que tu hijo tenga un corazón de hierro de adulto

Comer bien y hacer deporte desde la infancia previenen las enfermedades cardiovasculares en el futuro. España es el país europeo con más sobrepeso y obesidad en menores

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Nacho Meneses

Puede que nuestra dieta sea mediterránea, pero los datos no confirman que en España se coma demasiado bien. El sobrepeso afecta ya a un 23,8% de la población infantil y juvenil, y la obesidad, a un 10,3% (algo más a chicos que a chicas), según el Estudio Nutricional de la Población Española 2018. Se trata, además, del país de Europa con mayor prevalencia de obesidad y sobrepeso infantil y juvenil. Este problema, junto con la insuficiente actividad física, pueden acarrear un aumento de la enfermedad cardiovascular en el futuro, según el informe Riesgo Cardiovascular desde la Infancia, que la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC) presentaron ayer en Madrid.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siéndolo en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer, a edades más tempranas, enfermedades como diabetes y patologías cardiovasculares. Condiciones que, afirma el documento, “comienzan en la infancia, aunque suelen evolucionar de forma asintomática y, en general, sin expresión clínica, hasta la edad adulta”. Sin embargo, los factores de riesgo (inactividad física, obesidad, tabaquismo –se estima que nueve de cada 10 adultos adquieren el hábito de fumar antes de terminar la enseñanza secundaria–, hipertensión y colesterol elevado) ya empiezan a presentarse en la población infantil. Factores de riesgo evitables para los que la prevención resulta fundamental.

Los datos fuera de España tampoco invitan al optimismo: la prevalencia mundial de esta enfermedad es del 6,7% y, según la OMS, en la primera década del siglo XXI alrededor del 20% de los niños y adolescentes europeos tenían sobrepeso, y un tercio, obesidad. Aunque silenciosa, la obesidad infantil produce numerosas enfermedades en la infancia (como la diabetes tipo 2, que antes solo se veía en adultos), algo especialmente relevante si consideramos que alrededor del 55% de los niños obesos y el 70% de los adolescentes con obesidad padecerán esta enfermedad de adultos, incrementando el riesgo de sufrir una muerte prematura.

Para Manuel Anguita, presidente de la SEC, es necesario actuar ya: “Lo que no se haga en la infancia, luego es muy difícil de modificar. Incluso personas que han tenido un infarto vuelven a fumar, no hacen ejercicio... Hay que incidir en el ejercicio físico (no solo en los colegios), y mejorar los hábitos de alimentación, tanto en las escuelas como en casa. El exceso de grasas, sobre todo saturadas, y de hidratos de carbono, conducen a esa epidemia de obesidad”.

Los peligros de la inactividad física

Si las recomendaciones globales hablan de al menos 60 minutos de actividad física moderada o intensa cada día, los menores españoles no la cumplen, ya que menos de la mitad (entre el 21 y el 40%) se ejercita lo suficiente. La normativa no ayuda: con la LOMCE, la Educación Física dejó de ser parte del bloque de asignaturas generales, y cada comunidad autónoma (e incluso institución) establece su propia carga horaria. Como consecuencia, se han reducido las horas dedicadas al deporte en los currículos de colegios e institutos; y el 80% de los niños solo practican actividad física dentro del horario escolar, de acuerdo al informe Eurydice de la Comisión Europea (2013).

“Los centros educativos tienen una responsabilidad importante. La Educación Física tiene que volver a ser una asignatura puntal; hay que fomentar un recreo proactivo y abrir los centros escolares los fines de semana para fomentar la actividad física”, defiende el doctor Ignacio Ferreira, cardiólogo y coordinador del informe. El doctor Emilio Luengo, coautor, redunda en esa idea: “Hay que promover la actividad física de los escolares, bajo la supervisión de los profesores. No es adecuado que haya un exceso de pantallas (…), hay que cambiar los hábitos de forma que al niño le guste”.

La actividad física en edad escolar favorece, entre muchos otros beneficios, un desarrollo y crecimiento saludable, mejora la salud cardiovascular, el equilibrio, la coordinación y la fuerza, además de influir positivamente en la autoestima y el desarrollo de las habilidades sociales.

¿Cuánto cuesta la obesidad?

Los niños y adolescentes con obesidad, apunta el estudio, sufren con mayor frecuencia trastornos músculo-esqueléticos y articulares, psicológicos, acoso escolar y discapacidad en alguna de sus manifestaciones. Obesidad y sobrepeso favorecen “la aparición precoz de diabetes tipo 2, hipertensión arterial, problemas respiratorios y procesos infecciosos, entre otros”.

Se estima que el coste directo de la obesidad en España representa un 7% del gasto sanitario. Un estudio de la Universidad de Duke (EE UU) cifra, a su vez, en 13.860 euros el sobrecoste de por vida que representa un niño obeso en comparación con otro de peso adecuado.

Un nuevo concepto de alimentación escolar

Los autores del informe señalan la necesidad de rescatar planes integrales de prevención de la obesidad infantil, con acciones permanentes que involucren a los distintos sistemas de salud, comunidades educativas e instituciones públicas. Una acción en la que no puede quedar atrás el papel de los comedores escolares, ya que alrededor de 1,8 millones de niños y niñas en España (un 40% del alumnado escolarizado) realizan la comida principal en el centro educativo.

Para Javier Aranceta, doctor en Medicina y Nutrición, hay que dar un paso adelante en lo que respecta a los comedores escolares: “Los que mejor funcionan son los autogestionados, donde son los padres los que elaboran el menú, a través de las AMPAS. Vamos a ver si conseguimos que la oferta alimentaria forme parte del proyecto docente”, señala. “Que lo que se enseñe en el aula se vea en el comedor; que se impulsen programas de educación nutricional que empoderen al niño, para que aprenda a ser autosuficiente en su alimentación” y se eduque en alimentación saludable, sostenibilidad medioambiental, convivencia y respeto a los demás. Para el experto, uno de los puntos críticos son los tentempiés que los niños llevan de casa o que compran por el camino, que deberían tener un origen familiar y adecuado, “e incluir siempre una botella de agua, porque la hidratación es fundamental”.

La Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón sugieren, en resumen, una serie de propuestas de actuación para contribuir a mejorar la salud cardiovascular de la población infantil:

1. Implementar una hora más de actividad física diaria en las etapas iniciales de la educación.

2. Fomentar un “recreo activo”, que promueva la actividad física de los escolares, bajo la monitorización de los profesores. Este tipo de recreo mejora el metabolismo de los estudiantes y facilita la socialización, evitando el aislamiento en torno a los dispositivos móviles.

3. Ampliar la oferta de actividades físicas en los centros escolares, de manera que se conviertan en un entorno multideporte. Así, el niño que no destaque en uno de ellos, puede hacerlo en otra actividad física.

4. Cesión de las instalaciones deportivas escolares durante los fines de semana.

5. Sensibilizar sobre los beneficios de la elaboración casera de los tentempiés de media mañana.

6. Mejorar la gestión y la calidad de los menús escolares. Se ofertan aún cantidades insuficientes de verduras, pescados, legumbres, huevos, yogur sin azúcar y fruta. Sin embargo, hay un exceso de carnes rojas, productos precocinados y frituras.

7. Implantación futura de un sello de calidad de la FEC, para aquellos centros en los que concurran las características descritas. Estaría relacionado con la promoción de la actividad física, la educación nutricional y la calidad alimentaria, y podría perderse de no mantener los mimos estándares.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

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