La jaula
La imagen del trío de Colón con su aire de fotomatón ratonero podría convertirse en un icono español del siglo XXI
Desde que el francés Louis Daguerre inventó la fotografía en el siglo XIX esta expresión gráfica se ha constituido en testigo inapelable de la historia. A cualquier imagen captada de forma rutinaria la puede convertir el azar en el icono de una época determinada. Tal vez una de esas imágenes es la que se tomó recientemente en la plaza de Colón toda la derecha española con la apariencia de un recuerdo festivo después de su manifestación patriótica contra el Gobierno socialista. En esa fotografía hay varios personajes políticos, pero solo uno, Santiago Abascal, el líder de Vox, se apropia de la cámara hasta devorarla por entero. Es el único que exhibe un impasible ademán con la mirada perdida en un horizonte de montañas nevadas. Su barbado mentón aproado frente al destino contrasta con los rostros lampiños de Pablo Casado y de Albert Rivera, que parecen dos novicios ansiosos por llamar la atención de sus feligreses. Ambos adoptan una compostura impostada, la sonrisa forzada de photocall,incómoda y tensa, conscientes de que son unos actores secundarios en esta escena frente a Abascal y a su lugarteniente Ortega Smith a la espalda, cuya actitud gallarda proyecta ante la cámara el desafío hacia un futuro heroico. Fue una manifestación improvisada, a un punto del fracaso, pero quién sabe si mañana los historiadores verán en esa foto el documento que marcó el cambio sustancial de la política española con el regreso de la derecha hacia los años oscuros de la doma dictatorial. La imagen del trío de Colón con su aire de fotomatón ratonero podría convertirse en un icono español del siglo XXI, pero congelada por el tiempo será siempre una jaula de la que ni Pablo Casado ni el propio Albert Rivera, pese a sus grandes dotes de fuguista, nunca podrán escapar. A un político dentro de una jaula solo le queda el papel de canario flauta.
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