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Columna
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‘Subdomingo’

Una política sana requiere pausa, no un frenesí permanente

Víctor Lapuente
El primer ministro sueco Stefan Löfven y su esposa se disponen a votar en las últimas elecciones generales celebradas en Suecia.
El primer ministro sueco Stefan Löfven y su esposa se disponen a votar en las últimas elecciones generales celebradas en Suecia. SOEREN ANDERSSON (EFE)

El viernes pasado tuve un sueño. España celebraba todas las elecciones el mismo día. Como los suecos, que votan al Parlamento nacional, a la región y al municipio el segundo domingo de septiembre cada cuatro años. Es decir, “sufren” unos tres meses de mensajes de campaña y 45 meses de debate político ordinario.

Así hay tiempo para que los partidos maduren discursos complejos y los votantes digieran políticas difíciles. Como la externalización de los servicios del Estado de bienestar a empresas privadas, el recurso a la energía nuclear, la restitución del servicio militar, o un sistema de pensiones que combina el sistema de reparto con el de capitalización y los planes privados.

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Las ventajas de un calendario limpio de comicios durante un periodo largo superan a los problemas de mezclar elecciones a distintas Administraciones el mismo día. Los votantes, además, llegan frescos y con ganas de evaluar a sus representantes, no hastiados de elecciones constantes como los españoles. Ciertamente, en Suecia hay un efecto arrastre de las elecciones generales a las locales y regionales, pero los resultados son significativamente distintos, demostrando que los ciudadanos pueden valorar la gestión de cada Gobierno de forma independiente. Y también se contagia la elevada participación.

Dada la dinámica cuasifederal de España, ni es posible ni seguramente deseable replicar el modelo sueco aquí. Pero, si se hubieran convocado las generales el 26-M, por una vez podríamos habernos ahorrado una campaña.

No obstante, en lugar de un superdomingo tendremos un subdomingo. Acudiremos a votar el 28-A y, apenas unos días después, empezará el carrusel propagandístico de las europeas, municipales y autonómicas. Muchos opinan que eso permitirá “darle la importancia que merecen” a los temas locales y regionales. Y quizás será así para los políticos y los votantes más motivados. El resto de españoles es más fácil que, tras el 28-A, se dejen llevar por la apatía que por el entusiasmo de enjuiciar la labor de sus alcaldes y presidentes de la comunidad autónoma. Y todos perderemos un tiempo precioso de política normal, donde el debate no esté contaminado por el marketing de campaña y los argumentos se impongan a los eslóganes.

Una política sana requiere pausa, no un frenesí permanente. Nos sobran campañas y días de reflexión y nos faltan años para reflexionar en calma. @VictorLapuente

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