El terremoto de la diversidad sacude la pasarela madrileña
Pedro del Hierro defiende la variedad de cuerpos y edades, mientras que Andrés Sardá apuesta por la modelo transexual Ángela Ponce
Una prudente réplica del terremoto de diversidad que sacude las pasarelas internacionales se dejó sentir en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. La inclusión de modelos de distintas etnias, edades, tallas o identidades sexuales se ha convertido en un requisito indispensable en esta sísmica industria de la moda que comienza a agrietar tímidamente su estricta y trasnochada superficie para abrazar cánones de pluralidad.
La primera sacudida llegó este sábado hasta la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles de la mano de Pedro del Hierro, que incluyó en su casting una pequeña, pero apreciable, representación de variedad de cuerpos en madurez y en hechuras. Mark Vanderloo (51), uno de los modelos masculinos más famosos de los 90, subió considerablemente la media de edad y Nacho Aguayo y Alex Miralles, directores creativos de la firma, también quisieron dejar claro que sus diseños no discriminan por tallas. El minimalismo dominó una propuesta que siguió desde la primera fila Isabel Preysler. La sastrería para hombre y mujer abrió paso a vestidos de noche, uno de sus fuertes desde que la firma regresara a la pasarela en 2018, tras 16 años de ausencia.
Sin tallas grandes, pero centrando su discurso en el empoderamiento femenino a partir de la cada vez más reivindicada figura de la bruja, la barcelonesa Teresa Helbig volvió a hacer gala de su capacidad para crear diseños que, si bien no resultan rompedores a nivel creativo, llaman la atención por su calidad y detalle. Lejos del oscurantismo con el que modistos como Alexander McQueen exploraron la temática de las hechiceras, Helbig imagina un aquelarre en el que hay espacio para chaquetas bómber bordadas con astros, dragones troquelados con láser y hasta una novia. Esta supone la primera incursión nupcial en sus desfiles, a pesar de que la división atrae a su taller a buena parte de la clientela. La diseñadora también hizo alarde de su capacidad para hacer encaje de bolillos en sentido literal. "Una experta de edad avanzada nos enseñó la técnica y después elaboramos un vestido que nos llevó 200 horas", aseguraba. No sería de extrañar que sus brujas conjuraran las próximas alfombras rojas, nacionales e internacionales. La catalana ha vestido a nombres como Taylor Swift, Saoirse Ronan o Halle Berry y, según adelantó, la próxima podría ser Dakota Fanning.
Con un punto esotérico más evidente, la firma Andrés Sardá presentó Zodiac, un compendio de prendas lenceras y de baño que caricaturizaron el horóscopo con tres looks por signo. La marca, que acaba de anunciar una colaboración con Palomo Spain, tiró de reminiscencias taurinas para representar a Tauro, hizo desfilar a modelos de dos en dos en honor a Géminis y hasta ideó un Capricornio a base de una suerte de extensiones de cabello que, valga la redundancia, ponían los pelos de punta. El titular lo puso Ángela Ponce, la primera transexual en ganar Miss Universo España, que reforzó el discurso de pluralidad.
Juan Vidal, nombre propio del show más estimulante del domingo, hizo girar el suyo en torno a la diversidad femenina tirando de una particular metáfora: Angela Davis —activista feminista y miembro de los Black Panther— monta su propia pizzería. "No pretendo que mis colecciones sean políticas, pero sí estar conectado con la actualidad", afirmó. De esa conexión surge una colección multicultural que mezcla elementos estéticos de distintos países creando una analogía con la cocina fusión. El cuero negro fue seguido por estampados africanos y asiáticos, cuadros que recordaban a la mantelería y una parte más pop con logos incluidos, la más comercial de una propuesta que funciona a pesar de su eclecticismo. La puesta en escena rechazó los tópicos esperables, lo cual fue de agradecer a estas alturas de la MBFWM. "Nunca he sido muy fan del cartón piedra, prefiero centrarme en la ropa y tirar de una iluminación oscura a lo Dries Van Noten".
Menos insólito resultó el hilo conductor de Roberto Torretta, que el sábado centró su propuesta en la sastrería. El argentino rebajó, eso sí, la cantidad de vestidos de evento ensalzando las prendas fáciles de llevar aderezadas con toques de tendencia: medallas redondas, gafas cat eye y prácticos bolsos bandolera. Quien sabe si su nuera Marta Ortega, que no perdió ripio desde la primera fila sentada al lado de su marido e hijo del diseñador, Carlos Torretta, le habría servido de inspiración para dejar la afectación en segundo plano e idear prendas más actuales y comerciales.
Brain & Beast, el debut más disruptivo
La firma barcelonesa se estrenó en la MBFWM con la colección más provocadora y plural de la edición. Su casting incluyó rostros anónimos con distintas medidas, edades y personalidades. “Queremos cuestionar la belleza y premiar la individualidad logrando que cualquiera pueda identificarse”, comentó a este periódico Ángel Vilda, director creativo. La colección se inspira en el síndrome de Clérambault, un delirio que lleva a quien lo sufre a creer que tiene una relación amorosa con alguien a quien admira. Este punto de partida se tradujo en guiños al mundo de la televisión o el fútbol con la estética irónica que caracteriza a la firma. Algunos de los modelos incluso bebieron y fumaron sobre la pasarela, “un acto de rebeldía en un momento en el que somos demasiado políticamente correctos”.
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