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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Teología política del aznarismo

Aznar y Casado entienden la acción del PP como una labor del contención del Enemigo o Impío

Jesús Mota
Mariano Casado y José María Aznar
Mariano Casado y José María AznarALVARO GARCÍA

Para entender la doctrina política del aznarismo, ampliamente expuesta en la reciente Convención del Partido Popular (PP), parece oportuno recordar a Pablo de Tarso, el genuino inventor de la teología católica. O a Pablo leído a través de las lentes de Carl Schmitt, católico al fin y al cabo. El apóstol, en la Segunda Carta a los Tesalonicenses y refiriéndose al Anticristo, dice con dramatismo: “Vosotros sabéis que es lo que ahora le retiene”. El Adversario “se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios”. Sólo ese muro o barrera (katechon) que es la comunidad cristiana es capaz de contener la llegada y la acción del Impío. Schmitt se aplicó la idea, la unió a su concepción de la política como definición del amigo y el enemigo e identificó sin más al Anticristo paulino con el Comunismo.

No hay más que seguir las perlas doctrinales de José María Aznar durante toda su carrera política y las de Pablo Casado en la Convención Popular para caer en la cuenta de que estamos ante la misma matriz paulina y schmittiana. Cuando Casado, fiel discípulo de su maestro, dice “cada voto menos para el PP es un paso más para los enemigos de la nación” está confirmando una visión de la política como dique de contención a la impiedad y, por supuesto, una equivalencia del bien-nación con el bien-PP. La función primordial del político popular ya no es diagnosticar los problemas de la ciudadanía y aplicar decisiones para resolverlos mediante la negociación, sino la de contener la manifestación del Enemigo. La estrategia de contención consiste en un rosario de ideas estereotipadas, convertidas en jaculatorias de salvación, que incluyen un muro alrededor de un solo concepto de nación, de una sola visión constitucional y de una sola política económica (privatización y menos impuestos).

¿Quien es, para el PP de Aznar-Casado, el Impío? Pues en la coyuntura actual, el independentismo, los nacionalismos en diverso grado y circunstancia, los “radicales” (un término difuso en el que cabe incluir desde el comunismo hasta Podemos y los movimientos de protesta social) y, en general, todos quienes se opongan a la visión raquítica del Estado que se marca desde FAES. Esa visión excluye la negociación con el Enemigo. Si Hegel pudo decir que la filosofía alemana era teología protestante, hoy bien puede decirse que la filosofía política del PP es teología paulina.

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