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Columna
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Nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos

En 1944, antes del Día D, Churchill le dijo a De Gaulle, que entre Europa y el mar, Inglaterra siempre elegiría el mar. Ya navega rumbo al océano, incierto y salvaje

Francisco G. Basterra
Activistas en favor del Brexit, el pasado 17 de enero en Londres ( Reino Unido).
Activistas en favor del Brexit, el pasado 17 de enero en Londres ( Reino Unido). TOLGA AKMEN (AFP)

El precio de haber sido hasta hace poco en términos históricos, menos de 100 años, un imperio, y haber dejado de serlo, ha supuesto un infortunio para lo que hasta ahora se ha conocido como la Gran Bretaña. Para los descendientes de Shakespeare, Newton y Darwin, pero también de Thatcher, el pasado es más atractivo que el presente. Nos ocurrió también a los españoles cuando se fundió nuestro siglo de Oro. En un suicidio anunciado, las generaciones más viejas, rompiendo el contrato generacional, votaron emocionalmente el Brexit, condenando a los jóvenes a un futuro a la deriva en un mundo donde el sueño nacional de volver a tomar el control, la soberanía, es una receta para el fracaso.

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Este marco histórico es necesario para entender cómo una gran democracia con una población poseedora de una alta cultura cívica se ha enredado en el caos político, económico y la ruptura social que conllevará, a corto y medio plazo, el adiós a Europa.

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Hace casi 80 años, en la primavera de 1940, tras la rendición de Francia ante los nazis, Hitler preparaba el asalto a Reino Unido. Centenares de jóvenes pilotos de la RAF, a bordo de sus aviones Spitfire, con la ayuda del radar recién inventado por los ingleses, se enfrentaron a los aviones alemanes y ganaron la Batalla de Inglaterra, lo que hizo a Hitler desistir de sus propósitos. El país se quedó solo luchando contra el nazismo cuando la democracia parecía perdida en toda Europa.Entonces, el primer ministro Winston Churchill, que cortó de raíz la ola de apaciguamiento con Hitler apoyada por las clases altas y parte del partido conservador, recetó la sangre, el sudor y las lágrimas necesarias para detener a Hitler. Y en un homenaje a los pilotos de la RAF, pronunció una frase que hoy aun resuena: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. Ahora se podría dar la vuelta a esta afirmación y decir que nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos.

La pesadilla del Brexit, tiene responsables. Trump, arquitecto de una realidad mendaz e inventada, que burló a sus electores con respuestas mágicas para problemas complejos. Cameron, el partido conservador, May, que pretende el imposible de una unión aduanera con la UE manteniendo la política comercial soberana de Reino Unido, la ambigüedad del líder laborista Corbyn. La incompetencia de la clase gobernante británica ha alcanzado su Waterloo, opina The Economist.

La nostalgia es una pésima compañera de viaje. Ya no vale aquel extravagante parte meteorológico: Niebla en el Canal, el Continente aislado. No puedes ir marcha atrás y cambiar el camino, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final, le ha recordado a Londres Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea. Cristaliza la pequeña Inglaterra, partida por el Brexit: Escocia quiere ser europea e independiente. El final de la marca GB. En 1944, antes del Día D, Churchill le dijo a De Gaulle, que entre Europa y el mar, Inglaterra siempre elegiría el mar. Ya navega rumbo al océano, incierto y salvaje. fgbasterra@gmail.com

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