Majadero
¿Cómo es posible, se preguntan en lo más íntimo, que todo esto haya sido un montaje?
Cuando explicamos a los hijos que Papá Noel o los Reyes Magos no existen, ellos ya se lo huelen. La confirmación de los padres sanciona la sospecha. No es un momento fácil para ninguna de las partes. Ignoramos cuál de ellas sufre una decepción mayor, pues los padres, en el momento de colocar los regalos, de adornarlos y de escribir sobre el envoltorio el nombre del destinatario, creen también, víctimas de un desdoblamiento mental inexplicable, en esos seres extraordinarios que se desplazan en camellos o a bordo de un trineo tirado por ciervos voladores. Al revelar a los hijos el secreto, se lo revelan a sí mismos. ¿Cómo es posible, se preguntan en lo más íntimo, que todo esto haya sido un montaje?
También los niños, en fin, deberían consolar a sus progenitores por esa pérdida brutal. Después de todo, no salen de una mentira para entrar en la verdad, sino para ingresar en una ficción más perversa a la que llamamos realidad o vida adulta, como ustedes prefieran, uno de cuyos máximos representantes es curiosamente un personaje de tebeo llamado Donald Trump. El dólar, pongamos por caso, no tiene un grado de existencia mayor que el de Melchor, Gaspar y Baltasar. Se mantiene, como ellos, gracias a la fe que depositamos en él. Bastaría con que la perdiéramos para que se desplomase en 24 horas. Y quien dice el dólar dice el euro o cualquier otra moneda cuyo respaldo, como el de las mencionadas, no sea otro que el de la mera confianza.
Negar tajantemente una ficción inocente cuando se vive en un delirio criminal, que es lo que ha hecho Trump con ese pobre crío de 7 años, viene a ser como si Superman acusara a Spiderman de ser un personaje fantástico. Significa que el presidente de Estados Unidos es un majadero.
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