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Más finales de fútbol donde triunfó la deslocalización

El partido entre River Plate y Boca Juniors en el Bernabéu nos hace recordar otros grandes choques que se celebraron en lugares llamativos

Waldemar Victorino, del Nacional de Montevideo, celebra la Intercontinental conquistada ante el Nottingham Forest por 1-0. Fue en 1981 en Tokio.
Waldemar Victorino, del Nacional de Montevideo, celebra la Intercontinental conquistada ante el Nottingham Forest por 1-0. Fue en 1981 en Tokio.Getty
Mariano Ahijado

La vuelta de la final de la Copa Libertadores, que se juega el domingo 9 de diciembre en Madrid entre River Plate y Boca Juniors, representa el caso más reciente de una competición de fútbol deslocalizada. Por motivos de seguridad no se disputa en Buenos Aires, ciudad en la que se asienta el estadio del equipo local sino en el Santiago Bernabéu. Ni mucho menos es la primera vez que se destierra una final de un torneo, pero sí resulta novedoso que se juegue en un país futbolero y que los motivos trasciendan lo económico.

La FIFA ya desubicó la copa Intercontinental (enfrentaba al ganador de la Libertadores con el campeón de la Copa de Europa) en la edición de 1980, que se jugó al año siguiente. 62.000 espectadores asistieron al estadio Nacional de Tokio en la primera vez que este torneo se celebraba fuera de Sudamérica o Europa. El Nacional (de Montevideo), capitaneado por Víctor Espárrago (entrenó a ocho equipos españoles entre 1985 y 2010), ganó al Nottingham Forest de Brian Clough por 1 a 0. El partido, disponible entero en YouTube con narración en japonés, está envuelto en un sonido de bocinas que recuerda a las vuvuzelas del mundial de Sudáfrica 2010. Los aficionados nipones, cuya liga profesional se creó en 1992 con diez equipos, emitían ruido cada vez que el balón se aproximaba a alguna de las porterías. Daba igual si no había jugadores cerca o si la tenía el portero, el peligro lo marcaba la posición de la pelota per se.

Hasta su deslocalización, la Intercontinental se había convertido más en un engorro que en un premio. Tras varias incomparecencias por el temor de los europeos al juego duro de los sudamericanos –el Ajax se acobarda en el 71 y 73 (Cruyff había recibido amenazas de muerte) y el Bayern se raja en el 75 por miedo a Independiente, lo que propicia que un Atleti con dos argentinos se hiciera con este título–, la FIFA traslada en 1981 la competición a Japón en una jugada ensayada con la que sembrar afición y recoger dinero en zonas no futboleras: en 2002 se disputa allí un Mundial. En 2022 espera Catar.

La nueva Intercontinental ve cómo se reduce el número de encuentros –de jugarse a ida y vuelta pasa a partido único en campo neutral–, pero en cambio aumentan los trofeos: el ganador recibía la propia Intercontinental y la Toyota cup, el patrocinador del torneo hasta 2004, cuando este formato que enfrentaba siempre a un europeo con un sudamericano se agota.

En su misión evangelizadora, la FIFA había creado el Mundialito o Mundial de clubes en 1999. La primera edición se disputa en Brasil con un año de retraso y lo juegan nueve equipos de todo el mundo entre los que se incluye el South Melbourne o el Al-Nassar. Durante cuatro años conviven las dos competiciones hasta que la nueva creación de la FIFA fagocita la Intercontinental. Este año el Mundialito se juega en Emiratos Árabes Unidos del 12 al 22 de diciembre. Lo disputa el Real Madrid (ganador de la Champions League) junto a otros seis equipos –los vencedores de sus respectivas confederaciones y un representante local, el Al-Ain–.

Las federaciones de fútbol nacionales han deslocalizado algunas competiciones menores siempre a países poco o menos futboleros. El ejemplo más reciente es la Supercopa de España, que se jugó el pasado agosto en Tánger (el Barça se impuso al Sevilla por 2 a 1). Un año antes del Mundial USA 94, que cambiaría la percepción que se tenía del soccer en EE. UU., Italia trasladó la Supercoppa (la disputan el ganador del Calcio y de la Coppa) a Washington DC. Beijing, Doha y Trípoli han sido otras de sus ciudades de acogida. En la capital de Libia se congregaron 88.000 espectadores en 2003, lo que aún supone el récord de afluencia en esta competición. El mes que viene se celebra en Arabia Saudí a cambio de siete millones de euros.

Francia deslocalizó el Trophée des Champions (enfrenta al ganador de la Ligue 1 con el vencedor de la Coupe de France) en 2009. Desde entonces nunca más se ha jugado en el país vecino. Las sedes han sido Canadá, Túnez, Gabón, China… En 2019 se celebra por segundo año consecutivo en Shenzhen, que linda con Hong Kong.

Los motivos para internacionalizar estas competiciones atienden a razones pecuniarias, políticas o de seguridad. La Recopa sudamericana (la juega el ganador de la Libertadores y de la Copa Sudamericana) se disputó en su segunda edición, en 1990, en Miami. Jugaban Atlético Nacional (de Medellín) y Boca Juniors. Pablo Escobar estaba muy vivo entonces.

La Copa América, equiparable a la Eurocopa pero en Sudamérica, cumplió 100 años en 2016 y lo celebró con una edición especial fuera de sus dominios: La Copa América Centenaria. Dos outsiders, México y EE. UU., pujaron por organizarla. Se impuso el segundo por dinero. Por lo menos tuvieron la decencia de invitar al primero. A ver lo que tarda Elon Musk en decir que quiere organizar un Mundial en Marte.

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