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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Ciudadanía que enciende esperanza en el Mediterráneo

Una posible solución para ayudar a los refugiados puede ser la energía solar

Refugiados sursudaneses hacen cola para almorzar en un campo de refugiados del norte de Uganda el 23 de agosto de 2017.
Refugiados sursudaneses hacen cola para almorzar en un campo de refugiados del norte de Uganda el 23 de agosto de 2017.Goran Tomasevic (Reuters)
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Las dimensiones de los problemas tienden a paralizarnos. Cuanto más grandes parecen, menos capaces nos vemos de reaccionar frente a los mismos. Nos pasa en nuestra vida cotidiana (ante conflictos familiares aparentemente irresolubles, en nuestras relaciones laborales muchas veces complejas…) y nos pasa también frente a los grandes temas sociales y los que afectan al mundo, los de la actualidad. ¿Qué voy a hacer yo si casi no tengo capacidad?, nos decimos, paralizando cualquier tipo de iniciativa propia que pudiera desencadenar un movimiento.

Uno de los asuntos fundamentales de nuestro tiempo, por el que seremos recordadas las personas que nos ha tocado vivir en este momento de la historia, es la grave crisis humanitaria que sigue afectando a las decenas de miles de personas que se ven obligadas a abandonar sus territorios en busca de una vida mejor. Es, en datos, la crisis humanitaria más grave desde la II Guerra Mundial y no ha cesado aunque las cámaras de los medios no enfoquen ya a esta realidad. Las personas en busca de refugio siguen lanzándose desesperadas al mar Mediterráneo sin tener la seguridad de poder llegar hasta la otra orilla. Una desesperación que refleja a la perfección la poeta somalí Warsan Shire con unos versos rotundos que afirman que “nadie pone a sus hijos en un barco a menos que el agua sea más segura que la tierra”.

Frente a esto, otra vez la pregunta: ¿Qué voy a hacer yo si casi no tengo capacidad? La dimensión del problema nos bloquea mientras parece evidente que, hoy por hoy, de haber una solución tiene que surgir desde la ciudadanía. Los gobiernos europeos no responden con la urgencia y contundencia que exigen estos retos y es la mayoría de las veces la sociedad civil la que se organiza para rescatar y acoger.

Nuestro modelo energético está profundamente relacionado con las causas de cientos de miles de desplazamientos forzosos al año a lo largo de todo el mundo

Ejemplos claros los tenemos en los barcos de salvamento marítimo que organizaciones ciudadanas están fletando para dedicarse a sacar del mar a quien nadie saca. Jugándose la integridad física y la posibilidad de enfrentarse a graves sanciones e incluso denuncias interesadas por tráfico de personas, mujeres y hombres se hacen a la mar para ser parte de la solución en estos tiempos complejos.

Es el caso del barco Aita Mari de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), el cual está preparado para zarpar y unirse a la misión que tantos otros barcos están desempeñando en el Mediterráneo. Este buque es la respuesta de la ciudadanía ante la evidencia de que en el seno de la Unión Europea no había ninguna medida para responder a este drama.

Su objetivo es doble: primero, garantizar el derecho a la vida de todas las personas que naufragan en el mar y, después, vigilar el cumplimiento de los convenios de derechos humanos y migraciones en las fronteras europeas.

Desgraciadamente, en los últimos años hemos visto cómo diferentes países de la Unión Europea implementan medidas represoras contra las personas migrantes. Este tipo de decisiones olvidan los derechos fundamentales de todo ser humano a recibir protección por terceros países.

El Aita Mari navegará por el Mediterráneo Central, la ruta migratoria más mortífera en la actualidad. A diario una media de seis personas pierden la vida al buscar un futuro en paz. La ausencia de vías legales para migrar les empuja a ponerse en manos de traficantes, a subirse en embarcaciones precarias, a jugarse la vida en el mar.

En los últimos años hemos visto cómo diferentes países de la Unión Europea implementan medidas represoras contra las personas migrantes

Esta misión de rescate, la del Aita Mari, va a significar un esfuerzo tremendo para todas las personas involucradas en el barco: desde el propio voluntariado hasta las redes de apoyo. Y solo será posible gracias a esa movilización ciudadana. Una vez en marcha, seremos un observador ciudadano más en las fronteras europeas, preparados para denunciar las violaciones de derechos humanos.

Por eso, desde ecooo y Salvamento Marítimo Humanitario, convencidos como estamos de la relevancia de la activación de la ciudadanía frente a las grandes transformaciones de nuestro tiempo, lanzamos la campaña Enciende Refugio. Queremos ofrecer a la sociedad civil una herramienta que sirva para eliminar las causas que fuerzan a la gente a huir de sus territorios a la par que apoyamos el rescate de personas en el Mediterráneo como consecuencia de esa huida.

Nuestro modelo energético está profundamente relacionado con las causas de cientos de miles de desplazamientos forzosos al año a lo largo de todo el mundo. Según ACNUR, hablamos en concreto de más de 21,5 millones de desplazamientos anuales por causas relacionadas con el clima, que pueden llegar hasta los 100 millones de aquí a un par de décadas si no se pone remedio. Un número este que supera de largo al de las personas que salen de su tierra en busca de refugio a causa de las guerras. Todo debido a un modelo energético contaminante y poco democrático que basa su producción en materias primas fósiles que son extraídas en su mayor parte de terceros países. Un modelo que no es inmutable y que se puede sustituir por otro renovable, sostenible, participado, participativo y en manos de las personas.

Nuestro actual modelo afecta a los desplazamientos forzosos principalmente desde cuatro perspectivas. Por un lado, y quizá la más evidente, están las personas que tienen que huir de su tierra por las guerras derivadas por la pugna de las materias primas en sus países. Por otro tenemos todas las que huyen debido a las consecuencias más evidentes del cambio climático producido por el ser humano, tales como la desertización, las sequías o las catástrofes naturales. También son destacables, como se vio en el caso de la comunidad de la activista lenca Berta Cáceres, los casos en los que pueblos enteros tienen que abandonar sus territorios históricos debido a la construcción de grandes infraestructuras energéticas en su zona. Por último, y no menos relevante, los accidentes que pudimos ver en Chernóbil, Fukushima o con el oleoducto de Exxon en Nigeria obligan a miles de familias a abandonar sus hogares quizá para siempre.

Parece evidente que, hoy por hoy, de haber una solución tiene que surgir desde la ciudadanía

Por eso, ante esta problemática de grandes dimensiones ofrecemos una solución transformadora que nos puede ayudar a salir de la parálisis. Con Enciende Refugio ofrecemos participar en la socialización de una planta solar fotovoltaica que vertirá energía limpia a la red, mitigando las causas de los desplazamientos forzosos, a la par que un porcentaje de los beneficios de la venta de la energía va a parar a las tareas de rescate en el Mediterráneo de Salvamento Marítimo Humanitario. Una inversión ética que ataja directamente las causas y las consecuencias de uno de los retos más grandes de nuestro tiempo.

Frente a los grandes problemas que nos paralizan solo hay una solución: grandes alianzas ciudadanas que se activen para tomar las riendas de su tiempo y encender la esperanza. Encender la esperanza encendiendo refugio: eso pretendemos desde ecooo y Salvamento Marítimo Humanitario.

Miguel Ángel Vázquez pertenece a Ecooo revolución solar, y Daniel Rivas es miembro de Salvamento Marítimo Humanitario.

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