Jackie Chan, en sus memorias: “He sido un capullo total”
El exitoso actor hongkonés reconoce los desmanes de su vida personal y los problemas con el alcohol, el juego y la prostitución
Jackie Chan ha confirmado lo que era un secreto a voces desde hace años en China: su vida dista mucho de los personajes sólidos y ejemplares que ha encarnado en sus películas. El famoso actor hongkonés de artes marciales explica en sus memorias, que se publicarán en inglés a principios de diciembre, haber tenido problemas con el alcohol y el juego de joven, haber recurrido continuamente a la prostitución e incluso haber tratado mal a su familia. “He sido un capullo total”, explica el actor en el libro, según adelanta el tabloide inglés Daily Mail.
Chan, de 64 años, explica que durante su juventud y tras haberse dedicado durante una década a las artes marciales porque era un estudiante nefasto, tuvo sus primeros empleos en el mundo del cine como doble de películas de acción. “Todos sabíamos que si algo salía mal no viviríamos para ver salir el sol el día siguiente. Así que teníamos una mentalidad a corto plazo que significaba gastarnos el dinero de forma imprudente”, asegura el actor en las memorias, tituladas Never grow up (No crezcas nunca). Lo hacía en fiestas, alcohol, apuestas y prostitutas. Menciona a una mujer en particular con la que solía acostarse recurrentemente, aunque solamente la identifica como “número 9”. “Solía conducir siempre borracho... Una vez estrellé un Porsche por la mañana y un Mercedes esa misma noche”, dice.
Jackie Chan tuvo un idilio con Teresa Teng, una cantante taiwanesa que conquistó toda Asia oriental. Pero su relación duró poco porque “cualquier olor a snob o superioridad me ponía nervioso. Esta actitud se reflejaba en la relación con Teresa. Pero no fue su culpa, ella no había hecho nada malo y yo fui terriblemente injusto con ella”.
La fama repentina del actor –lograda en 1978 con tres películas: La serpiente a la sombra del águila, El maestro borracho y La hiena intrépida-, dice, le hizo perder el control incluso sobre su dinero. “Hubo un año en que pagué más de dos millones de dólares en comidas para otros, e incluso les regalaba extravagancias como relojes, coches o chaquetas de cuero hechas a medida”.
Los comienzos con su actual esposa, Joan Lin, fueron también tormentosos con casos de malos tratos a su mujer e hijo. Ya consolidado como actor de éxito, Chan temía que Lin se hubiera acercado a él por su dinero y desconfiaba enormemente. De hecho, la relación se mantuvo en secreto hasta que en el año 1981 ella se quedó embarazada, motivo por el cual decidieron casarse. Pero él no la visitó durante estos nueve meses porque “trabajó durante todo el embarazo”. “Mis amigos decían que ella podría haberse quedado embarazada a propósito para quitarme el dinero. Yo me lo creía y constantemente pensaba en maneras de ocultárselo. Era muy perverso”, admite.
Chan habla de un episodio particularmente oscuro con su mujer e hijo Jaycee, entonces un bebé. En medio de una discusión con Lin, en pleno ataque de ira, cogió a su hijo y lo lanzó al otro lado de la habitación. Por suerte, Jaycee cayó en un sofá y no resultó herido. “Era muy egoísta y no sabía empatizar con los demás. Y era fácilmente influenciable. Pero Joan me liberó y pude emprender mi propio camino. La respeto mucho y le agradezco que se haya sacrificado tanto por mí”, explica. El actor, que en 2016 fue galardonado con el Oscar honorífico por su carrera cinematográfica, atribuye sus errores a la falta de madurez y a sus profundas inseguridades.
En 1999 tuvo una relación extramatrimonial con la ex Miss Asia Elaine Ng, de la cual nació su hija Etta Ng. La modelo optó por criar sola a su hija y Jackie nunca ha ejercido como padre. Etta, que se casó recientemente con una joven canadiense, asegura que se ha quedado sin hogar después de hacer público que era lesbiana y calificó a sus padres de homófobos.
Chan no menciona a su hija en las memorias, aunque sí hace referencia al momento en que contó a su mujer e hijo su infidelidad con la modelo: “He cometido un error imperdonable y no sé cómo explicarlo, así que no lo haré”, les dijo. Su mujer lloró y su hijo permaneció incrédulo, pero le perdonaron. “No he sido un buen padre ni marido, pero cumplí con mi deber con mi hijo y su madre”, reflexiona ahora.
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