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Seis pautas para proteger a los niños de las bajas temperaturas

Evitar abrigarlos demasiado para que no suden y el truco de las capas de cebolla son algunas estrategias para evitar enfriamientos en invierno

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Llega el frío y con él los catarros y la gripe. El invierno es la época del año en que los niños son más vulnerables a los virus porque “se trasladan mucho mejor de una persona a otra. Con el frío, los seres humanos estamos más tiempo en lugares cerrados y salimos menos a la calle, por lo que la transmisión de las infecciones es mucho más sencilla. No solo se resfrían más los niños, también los adultos”, explica Roi Piñeiro, jefe de pediatría del Hospital General de Villalba en Madrid.

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La preocupación de los padres es habitual cuando en invierno sus hijos se acatarran a menudo; llega la fiebre y el trasiego de jarabes e idas y venidas al médico. Se suele achacar a las bajas defensas el hecho de que el niño/a pase el invierno de un catarro en otro. Pero, en realidad “eso es lo normal. De hecho, entre seis y doce infecciones respiratorias de vías altas al año es algo normal en niños menores de dos años. Dado que este tipo de infecciones ocurren con menos frecuencia en verano, es habitual que se concentren durante el invierno y que los niños tengan finalmente entre dos y tres catarros al mes. Cuando las defensas están en mal estado, se conoce como inmunodeficiencia. En esto casos, lo que ocurre es que el niño cada vez que enferma tiene una infección muy grave, que requiere hospitalización. Si esto ocurre de manera frecuente, entonces conviene revisar el estado de las defensas”, aclara el pediatra, Roi Piñeiro.

Las bajas temperaturas no son la causa de los catarros, gripes o gastroenteritis infantiles. “Los niños no enferman con el frío. Caminar descalzo, no secarse el pelo después de la ducha o salir al recreo sin abrigo no son las causas de que los niños enfermen. Los catarros se contagian entre las personas por no lavarse bien las manos o estornudar y toser en la cara de otro niño en lugar de hacerlo, por ejemplo, sobre el codo. Existe un famoso rap de la tos y el codo, que lo explica perfectamente. Tampoco es recomendable toser o estornudar sobre la mano, pues quedará impregnada de virus que, posteriormente, transmitiremos a otra persona al tocarle la cara o simplemente darle la mano”, advierte Piñeiro.

Proteger a los niños del frío no implica forrarles de ropa. Es más eficaz la estrategia de las capas de cebolla para poder ajustarse a los cambios de temperatura entre espacios al aire libre y lugares cerrados donde no hace frío. Hay que tener en cuenta que “cuanto más pequeño es el niño, más difícil le resulta regular su temperatura corporal. Es el caso de los bebés recién nacidos, que pueden tener fiebre si se les arropa en exceso y si están poco abrigados pueden tener frío. Con ellos, hay que tener especial cuidado”, comenta Iván Carabaño, médico adjunto del servicio de pediatría en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, que apunta los siguientes consejos para proteger a los niños del frío:

  1. Acondicionar la temperatura en el dormitorio del bebé, de forma que no sobrepase los 24 grados centígrados. En la habitación, no debe hacer un calor excesivo, ya que de esta manera hay mayor riesgo de muerte súbita. Tampoco es recomendable abrigar al bebé con varias mantas a la hora de dormir.
  2. Para salir de casa, sobre todo si el destino son lugares con nieve o con temperaturas muy bajas, conviene usar el truco de las capas de cebolla, ya que entre telas se forma una mini cámara de aire que resulta eficaz como aislante térmico.
  3. Proteger bien las zonas vulnerables del cuerpo de las bajas temperaturas, como en el caso de las manos, orejas y pies. Si estas partes están expuestas al frío mucho tiempo sin protección adecuada pueden inflamarse y enrojecerse hasta formar sabañones. Los oídos son zonas que también conviene proteger del aire frío con gorros u orejeras. Por la cabeza se pierde temperatura corporal, y sobre todo en el caso de los bebés, conviene arroparla.
  4. Los niños suelen tener mucha actividad, corren, saltan, juegan y de esta manera sube su temperatura corporal hasta llegar a sudar, que es la causa más habitual por la que se enfrían y enferman.
  5. Aplicar el sentido común a la hora de abrigar a los niños en invierno. Si el adulto está en la calle con camisa y jersey y no tiene frío, no es necesario que el niño/a tenga un abrigo.
  6. Cuando los niños practican deporte al aire libre que conlleva estar tiempo inactivo, como en el caso de ser portero de un equipo de fútbol, conviene que tengan una camiseta térmica y que calienten el cuerpo con algo de actividad física (saltos, carreras cortas).

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