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Hijos de Hollywood que huyen de la sombra de sus padres

John David Washington; Max Irons o Wyatt Russell lo intentaron. Los tres se volcaron en ser deportistas de élite, ahora protagonizan series y películas pese a los consejos en contra de sus progenitores

John David Washington, junto a sus padres, Pauletta y Denzel Washington, en Los Ángeles, en 2010.
John David Washington, junto a sus padres, Pauletta y Denzel Washington, en Los Ángeles, en 2010.Gregg DeGuire (FilmMagic)
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John David Washington lo intentó todo con tal de librarse de la maldición que le cayó al nacer. Se rompió varios huesos y unas cuantas costillas. Sufrió cinco contusiones y se desgarró el talón de Aquiles. Tuvo varias hernias de estómago. Un exorcismo en el que aguantó estoicamente el dolor para lograr su meta. “Quería labrarme mi propio nombre. Y en el deporte encontré mi identidad”, ha reconocido a EL PAÍS el actor de 34 años. Todo por huir de la sombra de su padre Denzel Washington.

Al primogénito del laureado actor y Pauletta Washington no le han servido de nada los años que pasó jugando al fútbol americano. Formó parte de los Rams de St. Louis y de los Mountain Lions de Sacramento, pero al final la sombra alargada del cine acabó imponiéndose. Este año estrena dos películas, El infiltrado del KKKlan y Monsters and Men y forma parte regularmente del elenco de la serie Ballers. “Supongo que no pude negar que venía de una familia de artistas. Y en el deporte, la verdad, es que luchaba por seguir vivo”, admite sin ningún sentimiento de derrota.

Incluso ahora, a pesar de su apellido y de otros nombres que le rodean, entre ellos el de Spike Lee con quien debutó de niño en Malcolm X, película que protagonizaba su padre, a John David le sigue tirando el deporte. Y lo que allí aprendió: “El trabajo en equipo, el sacrificio por lo que quieres conseguir, las supersticiones, la necesidad de pasar página y si el partido, la escena, no sale bien hoy, habrá otro mañana. Y sobre todo, humildad. Nunca fui el mejor de los atletas así que ser el décimo en la hoja de rodaje no me afecta lo más mínimo”, afirma humildemente seguro de sí mismo. 

Max Irons y Jeremy Irons, en los Globos de Oro de 2010, en Beverly Hills, California.
Max Irons y Jeremy Irons, en los Globos de Oro de 2010, en Beverly Hills, California.Patrick McMullan (Patrick McMullan via Getty Images)

Washington no es el único hijo que intenta tomar distancia de la fama de sus padres buscando ser ellos mismos en un mundo invadido por el brillo de sus progenitores. “Es duro. No te digo que el apellido no te abra alguna que otra puerta, pero también te juzgan más”, se sinceró también hace algún tiempo el actor Max Irons. “Todos tenemos días malos y en nuestro caso, cuando tienes un apellido famoso, como saben quién eres, se acuerdan de esa prueba para siempre”, añadió el hijo de Jeremy Irons. Su padre, que hizo lo posible para que no siguiera sus pasos, se lo advirtió. Pero como bromeó Max, seguir la tradición familiar es como aprender a conducir en el coche de tus padres: “Sabes que los consejos que te dan al volante son buenos, pero aún así les dices que se callen”.

Sin embargo, hay excepciones a esta regla y hay hijos que tienen muy claro que la profesión de sus padres no va con ellos. Lo de seguir los pasos familiares lo dejan para otros apellidos como los Barrymore, los Coppola, los Douglas, los Huston. Pocos actores son tan conocidos como Harrison Ford y pocos hijos tan desconocidos como el suyo, Ben Ford, fruto de su primer matrimonio con Mary Marquardt. Ben es chef y se dedica a la cocina con su propio restaurante, Filling Station, establecido en Los Ángeles. A otros como Connor Cruise, hijo de Tom Cruise y Nicole Kidman, les viene muy bien el apellido paterno o al menos la fe en la Cienciología que comparte con su progenitor. Connor trabaja principalmente como DJ y vive de lujo en los cuarteles generales de esta doctrina en Clearwater, Florida, sin que la idea de la interpretación se le pase por la cabeza.

De izquierda a derecha: Wyatt Russell, Ryder Robinson, Kate Hudson, Goldie Hawn y Kurt Russell, en Califronia, en 2017.
De izquierda a derecha: Wyatt Russell, Ryder Robinson, Kate Hudson, Goldie Hawn y Kurt Russell, en Califronia, en 2017.Frazer Harrison (Getty Images)

A otros de sus padres actores les viene bien aunque se mantengan apartados de las cámaras. Son muchos los “hijos de” que evitan el nepotismo en Hollywood y dirigen sus pasos hacia la moda bajo la sombra de su apellido. Dylan, hija de Sean Penn y Robin Wright, prefiere la pasarela a los escenarios y oficia de modelo desde niña. El hijo de Isabella Adjani y Daniel Day Lewis, Gabriel, va cubriendo su físico de tatuajes al mismo ritmo que avanza en el mundo de la música, y cuenta con casi 100.000 seguidores en Instagram.

La lista es larga, pero por mucho que los retoños de los famosos se alejen de sus padres buscando su propia identidad, siempre están propensos a la recaída. Si no que se lo digan a Wyatt Russell, que encontró en el hockey sobre hielo su identidad al margen del mundo de Hollywood en el que había crecido. “Fue una gran desilusión, pero tuve que dejar mi carrera deportiva a causa de una fea lesión”, reconoció a este periódico en una entrevista. No le ha ido mal a quien tenía todas las papeletas para acabar como actor siendo hijo de Kurt Russell y Goldie Hawn, hermano de los también intérpretes Oliver y Kate Hudson –hijos del anterior matrimonio de su madre con el músico Bill Hudson– y nieto de Bing Russell, también actor. Un historial que parece tener una consecución feliz ya que ahora protagoniza la serie Lodge 49 y estrena el filme Overlord.

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