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Los países que más apoyan la inclusión financiera de sus ciudadanos (y los que menos)

Colombia y Perú son los líderes de una clasificación de 55 países emergentes que cierra Sierra Leona

Pablo Linde
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Quienes carecen de una alimentación adecuada, de educación o de asistencia sanitaria aceptable, a menudo tampoco tienen acceso a servicios financieros. Estos últimos pueden parecer una nimiedad en comparación con otras privaciones, pero son, a menudo, un paso para paliarlas. El Banco Mundial calcula que hay 2.500 millones de personas en esta situación, el 75% de los pobres del planeta. Siete de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, la agenda de las Naciones Unidas para 2030, contemplan la inclusión como requisito para su cumplimiento y los países en desarrollo comienzan a tenerla como una de sus prioridades.

Colombia y Perú son, por este orden los dos que más facilidades ponen para la inclusión financiera en una clasificación de 55 países de América Latina, Asia y África, que cierra Sierra Leona (ver mapa arriba). Es el Microscopio 2018 que realiza The Economist con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presentado el pasado martes en el Foromic, que se está celebrando esta semana en Barranquilla (Colombia).

Contar con una cuenta bancaria es inclusión financiera, pero el concepto es más amplio. Las sucursales y las entidades tradicionales no llegan a todos los lugares donde necesitan sus servicios y están proliferando cada vez con más fuerza alternativas tecnológicas, como monederos digitales, que permiten realizar pagos electrónicos con el teléfono móvil; u otras más tradicionales, que consisten en agentes que facilitan la apertura de cuentas simplificadas con requisitos mínimos. Las tiendas de conveniencia, con las que cuentan hasta los municipios más remotos, están tomando el relevo como proveedores de servicios financieros.

Una fortaleza común entre los países mejor clasificados es la facilidad con la que los clientes pueden acceder a una variedad de productos y puntos de venta financieros

Hacer transacciones remotas, ahorrar, pedir créditos para mejorar las condiciones de vida o comenzar un emprendimiento están vedadas a esas 2.500 millones de personas en el mundo que están fuera del sistema. Lo que hace el Microscopio de inclusión financiera desde hace 12 años es analizar cómo las regulaciones de los países fomentan las condiciones para que sus ciudadanos accedan a estos servicios.

Para hacer la clasificación se establecen puntuaciones que valoran 25 aspectos que pueden ayudar a la inclusión financiera. Van desde las políticas públicas al apoyo del gobierno, la capacidad de prevenir el fraude o la conectividad, algo cada vez más importante en un ecosistema en el que el móvil se está convirtiendo en una importante herramienta para acceder al sistema.

Mónica Ballesteros, una de las responsables del estudio, pone un ejemplo de cómo un país puede fomentar o dificultar la inclusión: “Hay países que solamente permiten operar y hacer transacciones mediante bancos [algo que sucede en 16 de los 55 países analizados]. Esto dificulta la adopción de monederos electrónicos. Otros, por el contrario, permiten que las empresas que los usan puedan operar con muchos menos requisitos legales que, por ejemplo, una entidad crediticia. Para entrar en el sistema financiero no hay que acceder a un banco clásico con todas las capacidades”.

Una de las claves para incluir a los más desfavorecidos en el sistema es la flexibilidad. Para quienes viven en situaciones vulnerables es complicado, incluso intimidante, acudir a un banco y cumplir con los requisitos para una cuenta tradicional. “Una fortaleza común entre los países mejor clasificados es la facilidad con la que los clientes pueden acceder a una variedad de productos y puntos de venta financieros. Los clientes no enfrentan requisitos desproporcionados para abrir cuentas bancarias ni de dinero electrónico en ninguno de los cinco principales países, y la apertura remota de cuentas solo está limitada en Colombia, donde los clientes deben visitar un banco para completar el proceso de apertura de cuentas”, reza el informe.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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