La inesperada casa entre viñedos del arquitecto Carlo Scarpa
Entre hectáreas de viñedos se esconde Casa Tabarelli, una rareza que ofrece un billete de ida al arte, el diseño y la arquitectura de la Italia de los sesenta que sus dueños mantuvieron oculta hasta el año 2008
En 1967, el marchante de arte y objetos de diseño Gianni Tabarelli encargó a su amigo Carlo Scarpa la construcción de una vivienda familiar en Cornaiano, una localidad cercana a Bolzano (Italia) famosa por sus viñedos. Por aquel entonces Scarpa se había forjado un nombre realizando interiores y diseños para museos. También edificios, aunque técnicamente no fueran suyos: Scarpa era profesor de diseño arquitectónico, pero no estaba licenciado en arquitectura, así que no podía firmar proyectos de edificación. Para hacerlo solía apoyarse en asistentes y aquí le tocó a Sergio Los, su hombre de confianza. Este, de hecho, terminaría siendo el responsable último de esta casa atípica, porque Scarpa viajó a Canadá para la Expo de Montreal y su estancia se prolongó más de lo previsto.
El resultado final es un capítulo aparte en la obra de Scarpa, proclive al detalle milimétrico de inspiración neoclásica. Uno de los primeros condicionantes del proyecto era evitar los movimientos de tierras, así que la planta tuvo que adaptarse a las pendientes del terreno. De ahí sus desniveles, su geometría irregular y sus expresivas cubiertas, que recuerdan a las pérgolas que emplean los viticultores de la zona.
Sus interiores, en las antípodas de las cajas blancas habituales de la época, despliegan cromatismos cálidos y texturas crudas que dialogan con el exterior mediante ventanales y terrazas. Concluida en 1969, esta vivienda imaginativa e inesperada vivió cuatro décadas de silencio. No había fotos de ella y los libros la mencionaban de pasada.
En 2008 sus propietarios decidieron abrir las puertas y permitir que se fotografiase. Sorprendentemente, todo seguía intacto: los colores, los muebles, la carpintería, las obras de arte. Convertida en una rareza, la Casa Tabarelli es también una cápsula del tiempo que ilumina una faceta inédita de Carlo Scarpa, convertido con los años en una figura de culto. Al final, el título era lo de menos.
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