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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Política friki

A la política no es imprescindible llegar con un gran currículo académico, pero sí con los deberes hechos.

Fachada del Congreso de los Diputados.Vídeo: Zipi (EFE) / ATLAS
Pepa Bueno

Llevamos camino de tener que decir que hay algo peor que la crispación, y es el frikismo político. Al frikismo se le puede criticar o jalear entre risas cuando es insustancial. Pero cuando pretende decidir sobre la marcha de un país invita a pasar rápidamente de las risas a la preocupación.

Para un político joven es difícil distinguirse de la multitud en un mundo que crea personajes famosos de tuit en tuit. Y que fagocita liderazgos en menos tiempo de lo que cuesta sacarse un máster de Harvard en su sede de Aravaca. Es más difícil todavía cuando la política institucional circula cada vez por carriles más estrechos emparedada entre la pertenencia a entidades supranacionales y una economía globalizada que mueve el mundo atendiendo a lógicas y prioridades ajenas al mandato democrático. Ahora mismo, en las sociedades desarrolladas, los políticos profesionales lo tienen crudo para que nos creamos que pueden ejecutar un plan que vaya a cambiar la sociedad de forma radical.

Todo esto es verdad y resulta enternecedor ver a alguno tratando de sacar la cabeza de la masa de sabelotodo que puebla las redes sociales. Pero alto ahí, una pregunta: ¿y si probaran a distinguirse de los demás estudiando con ahínco historia de España —y algún resumen de la mundial—, derecho constitucional —convalidable por leerse con detenimiento la Constitución vigente—, algo de economía, un poco de sociología más alguna lectura, aunque sea en diagonal, de los informes de coyuntura que publican instituciones de todo tipo? Leer-leer, leerlo uno mismo quiero decir, con tus propios ojos y tu propio cerebro. Vale, con el corazón también, que sin las emociones no vamos a ninguna parte en la posdemocracia.

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Es un desperdicio que nuestros mejores expertos se pasen el día aclarando que no se puede confundir nación con Estado, que no se le puede pedir a la Constitución ni un referéndum de autodeterminación ni un 155 sin motivo y sine die, que el presupuesto de sanidad no lo decide un juez, que la moción de censura es legal o que los argumentos políticos se defienden en los Parlamentos y no juramentándose ante notario.

A la política no es imprescindible llegar con un gran currículo académico, pero sí con los deberes hechos.

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