La tesis
Yo pensaba que, después de haber escrito una espantosa tesina, no podría dedicarme a la política ni al periodismo, pero la clave está en no haber copiado
Yo creo que la directora de este periódico ya se imagina lo peor, o sea, que no tengo tesis sino tesina. Porque cuando hice Periodismo, la carrera era un si-es no-es de cuatro años que tenía catorce asignaturas por curso porque había que colocar dando clases a muchos falangistas retirados. Y entonces, para obtener el grado había que escribir algún tocho. Yo lo hice, bajo la dirección de un profesor llamado Andrés Romero, escribiendo sobre la Revolución Cultural China. Estaba fascinado con aquellas asambleas tan democráticas que servían para echar profesores.
Tardé algún tiempo en saber, y posiblemente en querer saberlo, que a los profesores no solo les humillaban sino que muchas veces les torturaban y les mataban antes de comérselos. Aquellas asambleas no servían para subvertir el orden establecido sino para traer uno nuevo más despótico, arbitrario y caníbal.
He perdido de vista aquella tesina. Lo cierto es que desconozco adónde fue a parar, porque no me quedé con ninguna copia. Espero que no aparezca jamás. Me avergonzaría mucho que mi hijo llegara a leerlo. Y no digamos la directora del periódico. Eso sí, recuerdo que todas las barbaridades eran mías.
¿Cómo tiene que hacer un político en España para conseguir que un texto suyo no se convierta en un objeto público?
Ahora parece tocarle el turno a Pedro Sánchez en la rencorosa y reciente pasión de la derecha por la trasparencia. Casado y Rivera no han tenido bastante con Carmen Montón. Quieren sangre de mayor jerarquía. ¿Dónde está la tesis de Sánchez? Y Sánchez se lo ha dicho, en la Universidad.
La obra tiene, como casi cualquier tesis, un título muy poco apetecible, que no justifica el gran interés que muestran otros políticos. Es algo relacionado con la diplomacia, la innovación y la economía.
¿Por qué les puede interesar tanto a Rivera y a Casado? La explicación es simple: el nuevo modo de liquidar a los adversarios políticos pasa ahora en España por las tesis doctorales. Hay programas que descubren, además, si hay plagios. No hay que leer nada.
Yo pensaba que, después de haber escrito una espantosa tesina, no podría dedicarme a la política ni al periodismo, pero la clave está en no haber copiado. Así que tranquilo.
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