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Solo me siento cómodo en los festivales que fracasan, llámame raro

En verano suele caer la pregunta: “¿A qué festival vas?”. A ninguno, si se me permite elegir

"No hay nada como que solo se venda la mitad de las entradas de un festival para estar en la gloria. Nada de colas, barras vacías, poder ir al baño y volver a primera fila".
"No hay nada como que solo se venda la mitad de las entradas de un festival para estar en la gloria. Nada de colas, barras vacías, poder ir al baño y volver a primera fila".Getty

Se da por hecho que si te gusta la música tienes que estar encantado de ir a festivales. Actualmente no es mi caso. Llámame raro, pero disfrutar un directo rodeado de 80.000 personas me resulta bastante complicado. En realidad, mis festivales favoritos son los que fracasan. No hay nada como que solo se venda la mitad de las entradas para estar en la gloria. Nada de colas, barras vacías, poder ir al baño y volver a primera fila… Maravilloso.

Una vez estuve en uno en el que había más músicos que público. Lo juro. Nunca lo he pasado mejor. Éramos tan pocos que, terminados los conciertos, nos invitaron a todos a pasar al backstage a seguir la fiesta. Otra función del backstage es dar refugio a los cronistas que cubren el evento. Los hay de varios tipos. Están los inseguros, que intentan no perderse nada. Los egocéntricos creen que lo que les interesa a ellos es lo interesante: así que ven un par de bolos por noche y arreglado. La opción buena, ser capaz de discernir lo que aporta algo dentro de un cartel que en ocasiones supera los 250 nombres, está al alcance de muy pocos.

Hubo un plumilla al que el editor presionó para entregar su pieza antes de que el grupo principal saliera al escenario, la banda canceló y en la crónica aparecía que habían tocado. Al día siguiente el hombre no sabía dónde meterse

Las crónicas de festivales han dado cagadas míticas. Hubo un plumilla al que el editor de Madrid presionó para entregar su pieza antes de que el grupo principal saliera al escenario, la banda canceló y en la crónica aparecía que habían tocado. Al día siguiente el hombre no sabía dónde meterse.

Pero el caso más flipante se dio en el Low de Benidorm. Un diario publicó en su edición de papel una crónica del viernes en la que el autor detallaba los conciertos a los que había ido, cuáles le habían gustado y cuáles no. El problema es que todos los grupos que mencionaba tocaban el sábado. Nunca supe si era un jeta o si pasó la noche viendo unos grupos pensando que eran otros. Sería raro, pero posible.

Lo confieso, en algún concierto tome a los teloneros por el grupo principal. Pero eso ya se lo cuento otro mes, si eso.

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