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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Retrasos en El Prat

La compañía de bajo coste Vueling agrava los problemas del aeropuerto

Un grupo de viajeros en la terminal 1 del aeropuerto de El Prat en Barcelona.
Un grupo de viajeros en la terminal 1 del aeropuerto de El Prat en Barcelona.Massimiliano Minocri (EL PAÍS)

El aeropuerto barcelonés de El Prat tiende a ostentar récords. Para lo positivo: crecimiento de tráfico en número de pasajeros, de trayectos y de operativa en general, una realidad que le hace crecientemente competitivo con el madrileño de Barajas. Y también para lo negativo. Es líder en retrasos. Casi uno de cada dos vuelos está saliendo estos días con retraso desde El Prat. El resultado viene en buena parte provocado por el desempeño de la compañía de bajo coste Vueling, filial de IAG, el consorcio entre las compañías de bandera Iberia y British Airways.

Vueling tiene una fuerte presencia en el aeródromo catalán (37% del tráfico), a resultas de su abandono por Iberia, tras haber explotado con máximo rendimiento el trayecto más provechoso del espacio aeroportuario español, el puente aéreo Madrid-Barcelona. Solo después de ese episodio la compañía de bajo coste pasó a control de IAG.

Y en esa calidad de línea aérea hegemónica, sus defectos también lo son. Es la número 44 en el ranking de retrasos, compuesto por 46 compañías del sector. Y en julio de este año los ha experimentado en grado sumo: esta vez, aduce su dirección, a causa del conflicto de los controladores aéreos franceses. Pero en otras ocasiones el resultado ha sido equiparable, sin importar el motivo: el litigio de los empleados de control de seguridad, u otros.

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Lo relevante es que Vueling (y, en el mismo sentido, Ryanair) arroja un peor desempeño horario que otras compañías de su mismo formato, como Easyjet o Norwegian, que son más puntuales en El Prat que en el resto de su operativa en otros aeropuertos. Esta realidad desmiente la presunción que el transporte de bajo coste deba ser necesariamente de baja calidad, trato deficiente al consumidor y falta de transparencia.

Lo peor del caso de Vueling es que acarrea una larga historia de errores e ineficiencias. Hace ya varios años que dejó en la estacada a 10.000 usuarios. Hace ya varios años que las autoridades locales reclaman un plan integral para mejorar el funcionamiento de la compañía. Hace ya varios años que la dirección de esta filial de IAG alega que es campeona en reservas de aviones y tripulaciones, lo que jamás se traduce en una mejora tangible del servicio.

De modo que o el ministerio implicado, Fomento, toma decididamente cartas en el asunto, o será inevitable una recua de protestas y demandas judiciales a cargo de los usuarios.

Porque para mayor perjuicio, la compañía suele cortar por lo sano, cancelando definitivamente cualquier vuelo al menor revés. A diferencia de sus competidoras, que tratan de resolver los problemas causados de forma más suave y beneficiosa para los pasajeros, recolocándolos en otros vuelos, arbitrando tripulaciones de sustitución o con medidas similares.

El problema del aeropuerto barcelonés, siempre en expansión, no es el cuasi monocultivo de los transportistas de bajo coste. Es la prevalencia del mal servicio que ofrece Vueling.

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