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Planes al fresco en plena canícula lisboeta

Los mejores lugares para resguardarse del calor, con música y a veces con mantita

Noches de verano en el CCB.
Noches de verano en el CCB.

Las noches —y las mañanicas— de Lisboa son frescas en julio y en agosto. Es un atractivo que no todas las ciudades tórridas pueden mostrar. Lisboa sí, por eso los festivales y los espectáculos al aire libre ganan predicamento año tras año y —para demostrar su buena temperatura— a partir de las siete de la tarde, con el sol aún por ocultarse (no antes de las diez de la noche).

Durante el día hay oasis infalibles, refugios del sol y hasta del turismo, como las iglesias y, sobre todo, los espacios verdes de la deliciosa plaza de Amoreiras, el parque de Estrela o Príncipe Real; pero cuando cae la noche y sigue la vida en la ahora trepidante ciudad, las actividades al aire libre reinan en los meses de julio y agosto.

Plaza de Amoreiras.
Plaza de Amoreiras.

Muchas de las citas a la fresca son, además, gratuitas. Una de las clásicas, que este año gana atractivo al cumplir su 25º aniversario, es la del CCB. El jardín de los Olivos, que cuelga sobre el Tajo, reúne bellas vistas, temperatura agradable y una variada programación musical, que se alarga hasta finales de septiembre.

El verano de la Fundación Gulbenkian es de día y de noche, para niños y mayores, con jazz, filmes de óperas, hip hop, lecturas o coros musicales de niños. Los jardines sombríos de la fundación permiten que la fresca se mantenga todo el día, y así su programación comienza desde la mañana y continúa hasta la medianoche. 

Plaza del Teatro San Carlos.
Plaza del Teatro San Carlos.

Uno de los pequeños secretos de la ciudad son los jardines del Instituto Goethe, que se aprovechan para un pequeño festival de jazz, que ya va por su 14º edición. También se apuntan al jazz en el jardín de Coruchéus, en el barrio de Alvalade, y en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo, en pleno Chiado, donde no es fácil encontrar un refugio de paz.

En el mismo barrio, la plaza del Teatro de San Carlos, pone en la calle lo que no logra en su interior. La práctica inactividad operística del histórico coso es una de las penas de la ciudad. El dinero que llega a chorros a la capital parece que aún no da para que el bello recinto tenga la temporada de ópera que necesitaría Lisboa si quiere saltar de ciudad europea de moda a ciudad imprescindible de los europeos. Pero lo que no hay en invierno —con un presupuesto que se va en pagar a sus funcionarios— sí que llega con el verano. En la plaza se programan conciertos de música clásica y también de bandas de jazz y algunas representaciones de ballet. A su alrededor, algunos de los mejores restaurantes de la ciudad y la vida nocturna más gamberra junto a Cais de Sodré.

Quinta da Regaleira en Sintra.
Quinta da Regaleira en Sintra.

En algunos de estos escenarios, incluso ofrecen mantitas por si refresca de más. Todo un lujo en los veranos de Lisboa. En el caso de excursiones a Cascais -con citas nocturnas diarias- y especialmente a Sintra, no hay que olvidarse de la chaqueta.

En esta montaña mágica y misteriosa se podrá asistir durante todos los viernes y sábados del verano a una de las citas más originales, la recreación de los misteriosos últimos días del escritor Edgard Allan Poe, en un escenario no menos misterioso y esotérico, la Quinta da Regaleira.

Para que los encuentros aún sean más sorprendentes, la hora es un minuto antes de la medianoche y el espectáculo es improvisado. "Todo lo que vemos o parecemos no pasa de un sueño dentro de un sueño", escribió el novelista norteamericano. Estén preparados para todo.

En Cascais, la noche es un mero accidente lumínico para que la gente salte de la playa a los jardines; por el día sesiones de yoga y fitness, de noche baile y música. No hay día sin espectáculo, desde el festival EdpCoolJazz, que clausuran Van Morrison y Norah Jones, a las íntimas citas de los Domingos Perezosos, en el museo de Paula Rego. La mayoría de ellos, gratuitos.

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