_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La brecha vacacional

La educación es un espacio de suma cero para el binomio familia-escuela: donde no lleguen los poderes públicos actuará el efecto desigualador de las familias

Sandra León
Una niña haciendo deberes en la piscina.
Una niña haciendo deberes en la piscina.© GETTYIMAGES

Se dice habitualmente que la tarea educativa de los niños corresponde tanto a las escuelas como a las familias. Sin embargo, la sociología obliga a matizar el grado de equilibrio en esa relación: sus estudios muestran que las desigualdades en el rendimiento académico de los alumnos tienden a amplificarse cuando los poderes públicos se retiran del espacio educativo y este es ocupado por las familias.

Ocurre, por ejemplo, durante las vacaciones estivales. La escuela cierra y la tarea educativa se traslada al ámbito familiar. Los niños de familias privilegiadas visitarán museos, viajarán y estarán expuestos durante todo el verano a un ambiente que alimenta su creatividad y conocimiento. En cambio, los que provengan de familias con pocos recursos participarán de un entorno menos estimulante en lectura, cultura o simplemente en el intercambio de experiencias. Muchos niños pueden acabar perdiendo algo de las habilidades cognitivas obtenidas durante el curso académico, pero unos lo harán más que otros.

Quizás alguien piense que la solución a la brecha vacacional pasa por establecer tareas escolares durante el verano. Pero estas presentan el mismo problema que el de las vacaciones: la desigual capacidad de las familias. Su heterogeneidad en formación y tiempo disponible para ayudar a sus hijos hace que, en los entornos más desfavorecidos, los deberes no cumplan su objetivo (la compensación), sino todo lo contrario. Como los niños más pobres suelen tener más dificultades para realizar las tareas y además cuentan con menos apoyo familiar, los deberes pueden acabar ampliando las desigualdades en el rendimiento académico.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En definitiva, la educación es un espacio de suma cero para el binomio familia-escuela: donde no lleguen los poderes públicos actuará el efecto desigualador de las familias. A diferencia de otras políticas de bienestar en las que el modelo familista español ha aliviado la falta de desarrollo institucional, en el ámbito educativo la familia no es ningún rescate, sino más bien una condena a la falta de oportunidades. @sandraleon_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_