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Tentaciones
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Locomía: abanicos y hombreras XXL

Entre temazos y su estilismo de toreros glam el grupo se consolidó en las pistas de baile de España

Imagen promocionial de Locomía, en 1990.
Imagen promocionial de Locomía, en 1990.
Pablo León
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Si te digo Locomía, qué te sugiere: abanicos, hortera, hombreras, sintetizador, Ibiza, disco, fusión marciana, homosexualidad… A mediados de los ochenta, cinco estudiantes de moda decidieron formar un grupo musical que dejó una profunda huella en España y en Latinoamérica. Locomía (o Loco Mía) nació con la intención de ofrecer un controvertido discurso estético heredero de la Movida, pero acabó produciendo hitos musicales como Locomía, Rumba Samba Mambo o Gorbachov (con una letra que decía “Gorbachov es perestroika. Gorvachov es ideal”).

Su sonido mezclaba electropop con (mucho) sintetizador, aunque también practicaban los ritmos latinos. Una mezcla ecléctica que acabó conquistando al público. En ese proceso, su estilismo fue clave: todo el mundo hablaba de sus hombreras hiperbólicas (los componentes de la banda reconocían que cuando las vestían no podían pasar las puertas de frente y tenían que hacerlo de lado) y de sus icónicos abanicos XXL, que manejaban con brío, y que todo el mundo imitaba cuando sonaba alguno de sus temas. Además, incorporaban maquillaje, colores muy vivos y toques andróginos.

Los componentes originales de la banda fueron Xavier Font, Luis Font, Gard Passchier y Manuel Arjona. Debutaron con espectáculos en la discoteca KU de Ibiza. Después, en 1989, lanzaron su primer disco Locomia, y Gard y Luis fueron sustituidos por Carlos Armas y Juan Antonio Fuentes. “A David Bowie le gustó tanto el concepto que nos invitó a abrir sus conciertos en la gira que hizo en España en 1990”, recordaba Arjona en varias entrevistas.

Entre temazos y su estilismo de toreros glam, el grupo se consolidó en las pistas de baile de España, contagiándose a Europa (sobre todo a Inglaterra, Alemania y Francia vía Ibiza) y triunfando en Latinoamérica. "Tenían un vestuario muy loco, pero me gustaba su manera de fusionar moda con música. Sus canciones eran muy movidas y se les asociaba con el movimiento LGTBI, de alguna manera ayudaron a normalizar la homosexualidad", opina Isabel Sánchez, de 59 años y que con veintipocos vivió la explosión de la banda. Ese éxito no impidió que sus componentes siguieran cambiando: Xavier Font fue sustituido por Francesc Picas y más adelante, en 1991, Juan Antonio Fuentes dejó el grupo para ser sustituido por Santos Blanco, que acaba de fallecer. Con estos integrantes actuaron en 1992 en el Festival de Viña del Mar de Chile. Triunfaron.

En su segundo disco, Locovox (1991) su sonido y su estética se alejaron de la transgresión y el eclecticismo (se pasaron al traje y probaron con temas más comerciales) lo que les hizo perder valor simbólico. Siguieron vendiendo discos, pero en el camino habían perdido su extravagante chispa. En 1992 lanzaron Party Time, influenciado por el techno noventero y su último trabajo. Aguantaron unos años más y, tras varias trifulcas internas, a finales de los noventa se disolvieron. Pero en 2011, renovados, volvieron a la carga con nuevos componentes y los temas de siempre. Fue un ejercicio de nostalgia que les llevó a realizar varias actuaciones (el año pasado se marcaron una gira homenaje a sus más de tres décadas de historia).

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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