¿Qué es el Tercer Paisaje?
Segunda edición ampliada de un libro que trata de definir el paisaje indefinido de nuestro tiempo
En 2004, el botánico y paisajista, autor de los jardines del Museo Quai Branly de París, Gilles Clément (1943) escribió El Manifiesto del Tercer paisaje (Gustavo Gili) para defender los espacios residuales que quedan fuera del ordenamiento y “ni expresan poder ni sumisión”. Clément defendía justamente eso: el derecho al no ordenamiento. En el mundo de la vegetación el efecto es claro: estos lugares tienen una dinámica acogedora. Son a la vez frágiles y ricos. En ellos impera la mezcla. El mantenimiento es casi inexistente y este no depende de unos expertos sino de una conciencia colectiva. Se trata de un territorio-refugio y reinventable. Una apuesta que defiende el valor de la diversidad por encima del catastro. La idea de ese tercer paisaje ya ha sido materializada, por el propio Clément y por otros profesionales, en diversos espacios, como el Parc Matissse en Lille (Francia). Pero además, ha sido trasladada al ámbito del urbanismo para aumentar la diversidad en la ciudad.
—¿Qué es el Tercer estado?
—Todo.
—¿Qué ha logrado hasta ahora?
—Nada.
—¿Qué aspira a lograr?
—Algo.
En 1789, el abad Emmanuel-Josepph Sieyès, uno de los ideólogos de la revolución francesa, describió con este diálogo el Tercer estado. Hoy Clément lo utiliza para describir el tercer paisaje. “No es nunca un terreno baldío pero, con frecuencia, proviene de un terreno abandonado, anteriormente explotado, o residual. De carácter irresoluto, por cambiante, es un espacio evolutivo, intermedio, en espera, a veces azaroso y otras fruto de la suma de trabajos individuales”.
Clément argumenta que en la mayoría del paisajismo actual predominan dos riquezas: los árboles y la hierba. Esa reducción ha terminado con muchas diversidades. Sin embargo, las características del Tercer paisaje, donde muchas veces no pueden llegar las máquinas, hacen de él un espacio para esa “policultura perdida”, un territorio refugio para la diversidad.
Clément sostiene también que la industria, o el turismo en la ciudad, producen tantos espacios residuales como la agricultura en el campo. Así, si en la naturaleza es el relieve —los lugares de difícil acceso—, lo que contribuye al mantenimiento de la diversidad, en el urbanismo son los terrenos a la espera los que se convierten en refugio de especies que no encuentran lugar en otro sitio.
Por eso explica que los espacios residuales evolucionan hacia paisajes secundarios. Frente a los paisajes primarios —que todos se parecen y acogen todavía la mayor diversidad planetaria diversa pero aislada, por eso está protegida—, los secundarios son dinámicos: acogen rápidamente, por eso son heterogéneos y caóticos. Eso los hace frágiles pero ricos, y sus especies tienen ciclos rápidos que preparan la llegada de la especie siguiente.
La flora de los conjuntos primarios excluye a todas las demás, se protege de ellas, por eso el primer paisaje es un paisaje con puertas: recintos aislados. Pero hay especies, sostiene Clément, que pueden vivir en el equilibrio de mezcla que ofrece el Tercer paisaje. Por eso considera la analogía entre demografía y tercer paisaje “un tema tabú”.
El Tercer paisaje de Clément es el lugar donde es posible ampliar la diversidad, la invención, un territorio refugio con la riqueza y el desorden de la mezcla. Carece del orden del paisaje primario pero contiene el futuro biológico. Por eso cuando el tercer paisaje evoluciona hasta convertirse en bosque tiene mayor diversidad que un bosque administrado.
Para la población, un espacio así puede ser un espacio improductivo o abandonado o un lugar sagrado, un lugar de ocio o de naturaleza, un patrimonio o una reserva de la diversidad. Lo que lo protege es su abandono: por no ser rentable, porque es irracional explotarlo o simplemente porque resulta incómodo hacerlo.
Por eso Clément habla de instruir en la no acción tanto como en la acción y en la indecisión tanto como en la decisión para considerar otro orden o un contrapunto al orden.
El tercer paisaje es un lugar privilegiado biológicamente. Y contiene esa lección.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.