8 fotosDiez libros de esta semanaUwe Timm, Cees Nooteboom, Mónica Ojeda y Marta Sanz, entre los autores reseñadosEl País12 jun 2018 - 16:19CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceNueva novela de David Trueba (Madrid, 1969) en la que elige la idea del viaje –en este caso se trata de enterrar al padre del protagonista, Dani Mosca, una suerte de cantautor eléctrico en el pueblo natal de aquél- como argumento y excusa para poder leer cómo se entrelazan los personajes alrededor de una vida. El regreso a las raíces paternas será en un coche fúnebre conducido por Jairo, un ecuatoriano locuaz que Trueba ata corto, quizás por temor a que le lleve la novela a otro lugar. El coche, el viaje, es una constante en su expresión tanto literaria como cinematográfica. Ese cumplimiento de la última voluntad del padre, es un trayecto estimulante que Trueba utiliza al mismo tiempo como túnel del tiempo, ajuste de cuentas y nueva etapa. Por CARLOS ZANÓNCuatro millones de ejemplares no son moco de pavo. Es la cifra que vendió su opera prima Shantaram (2003), enloquecida historia de multiculturalismo, marginalidad y violencia en Bombay (Bombay noir), amalgama de géneros y tonos que se enriquecía con fuertes dosis de supervivencia; la huella indeleble del cine de acción, el western o el manga; la parodia, el juego con los arquetipos y el eclecticismo total que de algún modo lo sitúan en la estela de Pynchon (pero sin el talento ni el enciclopedismo lúdico del autor de 'El arco iris de gravedad' o 'V.'), y un estilo New Age de espiritualismo lírico y alambicadas y almibaradas frases que contrastan con la jerga de germanía propia de la condición de delincuente fugitivo del protagonista, inspirado en la propia biografía del autor, que fue heroinómano y un reo convicto condenado por atracos reiterados, en la cárcel de la que se escapó. A la adrenalina que corre por las páginas de la novela es de imaginar que se le sumó el morbo del perfil delictivo del autor. Por JAVIER APARICIO MAYDEUA sus 86 años, de los que Nawal el Saadawi no pierde ocasión de presumir, esta feminista, escritora, médica e izquierdista egipcia no deja indiferente a nadie. Ningún autor árabe, quizá ni siquiera el Nobel Naguib Mahfuz, goza de una popularidad internacional como la suya. Tampoco su protagonismo dentro del mundo árabe se queda corto, si bien en él su obra y sus posicionamientos provocan controversias de las que Saadawi está libre en Occidente, al que tanto critica y al que tanto debe. Saadawi fue la primera feminista árabe en diseccionar la opresión sexual de las mujeres árabes. Por LUZ GÓMEZ GARCÍAVuelve el novelista y crítico literario Francisco Solano con una nueva novela, Jugaban con serpientes. Marta Sanz dijo en alguna entrevista que era una suerte que todavía existieran lectores decimonónicos. Algo de ello tendrán que tener los lectores de esta novela de Solano, porque lo que se ventila en esta propuesta narrativa es el espinoso asunto de la infidelidad. No es la infidelidad en sí, por supuesto, sino el motivo literario que la representa lo eminentemente decimonónico, y lo es tanto que Gustave Flaubert (Madame Bovary), Leon Tolstoi (Ana Karenina), Theodor Fontane (Effi Briest), nuestro Clarín (La Regenta, tan de adulterio ésta que en España durante el franquismo estaba estigmatizado leerla) y Eça de Queiroz (El primo Basilio), le dedicaron obras capitales en la materia. Por J. ERNESTO AYALA-DIPJosé Echegaray recibió el Premio Nobel de Literatura en 1904, compartido con el poeta Frédéric Mistral. Fue el primer español galardonado con esta distinción, en cualquiera de sus modalidades. Aunque sea sobre todo recordado como escritor y dramaturgo, autor de numerosas obras entre las que sobresale 'El gran galeoto' —gozó en otra época del aprecio del público, pero ha dejado de ser un literato al que se siga leyendo habitualmente—, Echegaray destacó en numerosos campos. Santiago Ramón y Cajal, el segundo Nobel hispano (Fisiología o Medicina, 1906), aseguraba que “las hadas prodigaron a nuestro inolvidable D. José todas las gracias”. Ingeniero de caminos, profesor universitario, investigador y divulgador científico, ocupó importantes cargos políticos. Como sostenía Ramón y Cajal, “lo fue todo, porque podía serlo todo”. Por JORDI CANALSi don Sigmund Freud volviera al mundo, para mí que descartaría de inmediato que estos Anales cervantinos fueran, como quiere el diccionario, una mera “publicación periódica sobre un campo del saber”. Más bien se inclinaría por una explicación más feliz, aunque menos letrada: esa que apunta inequívocamente al ano. Aun así, estos artículos, que se fueron publicando en este mismo diario al hilo del último centenariazo, están lejos de ser simples excreciones del profesor Rico. Muy a su modo, detrás de cada guiño o cada mueca brilla el saber e inteligencia que unas veces encierra y otras despliega para regocijo —o chincha rabiña, vaya usted a saber— de los que le rodean. Por LUIS GÓMEZ CANSECOEl último premio Loewe se sitúa en la intersección entre la iconografía simbolista, la rugosidad expresionista y la cosmovisión barroca. Esta trinidad retórica se concreta en otros tres vértices temáticos: el nacimiento, la muerte y la palabra. Lanzado a un viaje existencial de resonancias místicas, el sujeto de La lengua de los otros avanza a tientas entre la vivencia retrospectiva de la infancia y el lamento presente por la muerte de la madre: “Curvo mi cuerpo en forma de pregunta / y observo fijamente el punto de la interrogación”. Por LUIS BAGUÉ QUÍLEZGraham Swift es el más arriesgado de entre los escritores que forman lo que en España podemos denominar el Herralde’s British Team (McEwan, Martin Amis, Ishiguro…) y, por serlo, es el más interesante de todos ellos. Entre sus varias novelas, siempre importantes, siempre en busca del corazón de lo literario, hay dos títulos sustanciales: El país del agua yÚltimos tragos, anteriores a esta extraordinaria El domingo de las madres. Por JOSÉ MARÍA GUELBENZU